ITINERARIO La poesía, Neruda y yo

ITINERARIO La poesía, Neruda y yo<BR>

Cerca de cincuenta años
caminando
contigo, Poesía.
Al principio
me enredabas los pies
y caía de bruces
sobre la tierra oscura
o enterraba los ojos
en la charca
para ver las estrellas.
Más tarde te ceñiste
a mí con los dos brazos de la amante
y subiste
en mi sangre
como una enredadera… Oda a la poesía, fragmento

Después de una serie de artículos de contenido eminentemente académicos, que pienso ayudaron a entender lo que está ocurriendo en el sistema monárquico en Europa, me dispongo a hacer una travesía por los mares interiores de mi conciencia y mi corazón. Esta serie de entregas, todavía no tengo idea cuántas serán, porque dejaré que mis dedos me guíen, la he titulado Itinerario.
 Escribí en un Encuentro hace unos meses, la vida es la suma de los días, de las alegrías, de las penas, del trabajo, de las ilusiones, de las luchas, de las derrotas, y de las múltiples lecturas, sobre todo para aquellas personas, que como yo, han encontrado en las palabras que otros han escrito, pensado y sufrido, en gran parte del sentido de sus vidas.

Para escribir hay que leer, y mucho. El pensamiento es el conocimiento acumulado. Los hombres y las mujeres que han osado pensar, escribir y elaborar teorías, lo han hecho basados en el legado recibido. Fueron superiores a otros, porque pudieron trascender, superar la herencia y proponer nuevas ideas.
 He sido lectora y soñadora desde niña.

Durante años forjé y fortalecí mi alma con muchos compañeros y maestros desconocidos, quienes me enseñaron con sus pensamientos, sus escritos y sus poesías a navegar, a veces sin rumbo alguno, por el complejo mundo del conocimiento. Inicio un extraño viaje a mi pasado intelectual. Transitaré por insólitos y, todavía inexplorados, laberintos de mi memoria. Los recuerdos son selectivos, lo sé muy bien. Ellos salen, se esconden y vuelven a surgir a veces en los momentos menos oportunos.

Comienzo este Itinerario, este viaje interno e intempestivo con la poesía. Romántica y soñadora como soy, he amado y admirado a los hombres y mujeres que podían articular versos que nacían de la nada o a veces de lo absurdo. El gran Pablo Neruda fue, es y será siempre mi favorito. Murió hace varias décadas, pero sus poesías siguen viajando por los corazones de muchos hombres y mujeres que valoran su capacidad de convertir la cotidianidad en hermosos versos. Sus odas elementales elevan cualquier cosa a la categoría poética, por simple y sencillas que nos parezcan:

todo
nació para ser compartido,
para ser entregado,
para multiplicarse…
Y entonces
también la vida
tendrá forma de pan,
será simple y profunda
innumerable y pura… (Oda al pan)
 
Pero Neruda no me enamoró por sus versos cotidianos, sino por su poesía de amor. Lo conocí adolescente, cuando estaba enamorada del amor y soñaba con el Príncipe que llegaría a rescatar y llenar un corazón joven, anhelante que quería vivir la experiencia de amar a plenitud. Su poesía amorosa se hizo cotidiana en mis años escolares.  Y de forma secreta, para que nadie supiera la ansiedad que me producía la sensación de soledad y la necesidad de compañía masculina, acariciaba mi alma con sus versos. Los leía una y otra vez: Hundí la mano turbulenta y dulce en lo más genial de lo terrestre….


 Mi deseo llegó, y después de algunas ilusiones sin base, el amor se hizo presente. Entonces cobró más sentido el verso apasionado de Neruda: Yo cambio la primavera porque tú, me sigas mirando…


Y mientras vivía la relación con la ilusión henchida de la mujer adolescente, Neruda siguió visitándome cada día: Para mi corazón basta tu pecho, para tu libertad bastan mis alas. Desde mi boca llegará hasta el cielo lo que estaba dormido sobre tu alma….
 Y cuando conocí el desamor, también Neruda fue mi compañía, para enjuagar mis lágrimas con versos angustiados y desconsolados: Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Yo la quise, y a veces ella también me quiso. Ya no la quiero, es cierto, pero cuanto la quise…mi alma no se contenta con haberla perdido. (Poema 20)

Soy una mujer de mediana edad que en dos años alcanzará la plenitud de sus 60 años. Nací en medio de la guerra fría, de la carrera armamentista, de la lucha entre los dos imperios, de las utopías revolucionarias que anhelaban un mundo más justo e igualitario. Adolescente fui testigo de la represalia intolerante de Balaguer hacia toda disidencia política. Y, sí, también entonces, volvió Neruda a mi vida. Descubrí con orgullo y entusiasmo a su poesía política. ¡Qué gran alegría! Mi poeta era un hombre comprometido con la vida.

…seguiste conmigo
andando por el mundo…
fuimos
al combate, a la huelga,
al desfile, a los puertos,
a la mina,
y me reí cuando saliste
con la frente manchada de carbón
o coronada de aserrrín fragante
de los aserraderos…..
Yo te pedí que fueras
utilitaria y útil,
como metal o harina,
dispuesta a ser arado,
herramienta,
pan y vino,
dispuesta, Poesía,
a luchar cuerpo a cuerpo
y a caer desangrándote…. (Oda a la poesía)

El amor por mi poeta ha sido eterno, a pesar de que cuando vi su cuerpo regordete, su nariz aguileña, su vientre prominente, sus ojos inexpresivos y su voz entrecortada y apagada, me desilusioné un poco, pero lo olvidé muy pronto.  Hace poco, decidí regalar los libros de mi biblioteca a mi Alma Mater, la PUCMM. Mientras deshilaba mi tesoro, encontré los primeros libros que compré en 1973 de Editorial Lozada: Los versos del Capitán, El habitante y su esperanza, Odas elementales, Nuevas odas elementales, La Barcarola, 20 poemas de amor y una canción desesperada. Los coloqué en una caja para regalarlos. Pero después decidí quedarme con ellos. Era mi único referente material de la hermosa época en que descubría la poesía. Los libros están amarillentos, mustios, destrozados, pero no me importa. Los guardé en un rincón especial del  baúl de recuerdos.
 Hoy adulta, lo sigo amando. Ya conocí dos de sus tres casas. Cuando visité la Chascona, la de Santiago, y sobre todo, Isla Negra, llegaron tantas emociones juntas que las lágrimas se hicieron tan presentes que no querían detenerse. Lloré frente a su tumba sentada frente al Pacífico, su mar amado, soñado y tantas veces protagonistas de sus poesías, recogidos en los Versos del Capitán.  Y, así, gracias a Neruda, la poesía vivirá en mí para siempre, porque ella retrata los más profundos sentimientos del alma. Y a través de sus versos, llegué a otros poetas que también han sido compañía en la maravillosa soledad del alma!
 
mu-kiensang@pucmm.edu.do
sangbemukien@gmail.com
@MuKienAdriana
El Blog de Mu-Kien, Alma y razón,
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