IVÁN GARCIA “HABLANDO CON MI GENTE, EN TORNO A LA LIBERTAD”

IVÁN GARCIA “HABLANDO CON MI GENTE, EN TORNO A LA LIBERTAD”

El actor y director de teatro Iván García. Alegría/Osi Méndez

El nombre de este artículo no es nada original ni casual, simplemente hemos escogido el título de dos libros de Iván García Guerra “Hablando con mi Gente” y “En torno a la Libertad”, publicados recientemente, para hablar justamente de este gran artista y su impronta dentro del teatro dominicano.

Iván García ha vivido el teatro desde sus entrañas, y luego de sesenta años en este quehacer, nada le es ajeno. Considerado uno de los más grandes actores de nuestro país, paralelamente ha sido director, profesor, escritor y dramaturgo, cuyas obras han sido representadas en diferentes épocas; ciertamente Iván es lo que se suele llamar un artista renacentista. Gran helenista, se inspira en los héroes mitológicos, su primera obra “Más allá de la búsqueda” estrenada en el Primer Festival de Teatro, 1963, es una alegoría del mito de “Prometeo y Pandora”, símbolos de la soledad, entendimiento y esperanza; su teatro surge con influencias del existencialismo.
En su obra “Un héroe para la Mitología, llevada a escena en 1976 por Giovanny Cruz, aparece la crítica social, y en “Los hijos del Fénix” -1977- Iván García se acerca al teatro del absurdo, convierte la alegoría en una realidad simbólica, en la que el presente es una añoranza y el futuro algo tormentoso, vislumbra al hombre como un objeto más. El amor conyugal y filial frente a la adversidad aparece en su obra “Andrómaca”, presentada en 1984.
En su doble función como autor y director, presenta “Don Quijote de todo el mundo”, basado en la obra cervantina construye una sátira a la sociedad actual.
En agosto de 1992, repone una de sus obras cumbres “La Fábula de los cinco caminantes” sobre la cual escribimos: Cuando Iván García estrenó hace algunos años esta obra, la humanidad aun vivía la euforia de las revoluciones triunfantes, que proclamaban la desaparición de las clases sociales y el advenimiento del “hombre nuevo”; la reposición de la fábula encuentra un mundo diferente, donde aquellas expectativas idealista, igualitarias, sucumbieron bajo el peso de su propio totalitarismo. Se podría pensar que su farsa tragicómica ha perdido actualidad, o que es una obra desfasada. Ni una cosa ni la otra. El planteamiento de García trasciende lo coyuntural –época-lugar- presentándonos de manera crítica la realidad del hombre universal en su indetenible búsqueda de la verdad, aquella que subyace sólo en cada uno de ellos. El teatro de Iván García posee la impronta humanística que debe caracterizar el buen teatro en todas las épocas, su teatro es sustancioso, comprometido solo como el hombre como ente social y espiritual. “Espacios de Teatro y Danza”. Página 107.
Su conocimiento del Teatro Clásico lo lleva dirigir obras de gran valía, iniciando este tránsito con “Julio César”, de William Shakespeare, presentada en el Primer Festival de Teatro -1963-; luego dirige “La Celestina”, de Fernando de Rojas. De la Grecia clásica: “Ifigenia en Aulide”, de Eurípides; “Edipo Rey”, de Sófocles, y la versión de “Filoctetes”, de Héctor Incháustegui Cabral. También ha dirigido obras del teatro del Absurdo como “Esperando a Godot”, de Samuel Beckett, y con “La Opera de los tres centavos”, de Bertold Brecht, aborda el teatro épico-musical.
Enumerar sus múltiples y memorables actuaciones es tarea para una antología, pero no podemos dejar de mencionar su caracterización de Juan Pablo Duarte, en la obra de Franklyn Domínguez: “Duarte fundador de una República”. Iván García se constituye en un eslabón entre el pasado y el presente. En 1959 participa en el estreno de “Espigas Maduras”, de Franklyn Domínguez, interpretando uno de los hijos de la “familia”, y luego en 1992, treinta y tres años después, encarna al padre, -alegoría de Trujillo- donde su personalidad escénica se decanta en el gesto agreste y la mirada inquisidora.
En otra de sus notables interpretaciones, Iván García se convierte en “Sholem”, un anciano judío ortodoxo aferrado a sus tradiciones, preso de la nostalgia y la soledad, en la obra de German Rozenmacher “Requiem para un viernes a la noche”, y en otro judío, “Mr. Green”, en “Las entrañables visitas a Mr. Green”, obra de Jeff Baron; de la ortodoxia judía pasa a la católica, en la obra “Entre Dios y el Diablo”, de Bill Davis, al convertirse en el Padre Tomás. La versatilidad de Iván García, le permite asumir cualquier personaje, dramático o cómico, así con gran histrionismo, encarna al señor “Falstaff” en la comedia “Las alegres comadres de Windsor”, de William Shakespeare.
Fuera de los escenarios, Iván es el buen comunicador, de conversación amena que por lo general deja una enseñanza, aviva un recuerdo o un hecho olvidado; algunos de estos encuentros y conversaciones con colegas y amigos, Iván ha decidido dejarlos como testimonio en las páginas de un libro que ha escrito con pasión, y que ha titulado:
HABLANDO CON MI GENTE.
“He aceptado escribir sobre muy especiales personas que han convivido conmigo; con las cuales he compartido ideales de luchas y que, sin dudas, me han ayudado a ser lo que he sido; personas a las que he admirado y, aún más, he amado y amo todavía”.
En este libro “Hablando con mi gente” Iván García valora la amistad, a los amigos como entes esenciales, interlocutores idóneos para conversar, para discutir. En sus primeros artículos “Colegas y Amigos”, dedica hermosas palabras a Franklyn Domínguez, en ocasión de recibir el Premio Nacional de Literatura, de la “Fundación Corripio”. A Máximo Avilés Blonda, colega de profesión y de conspiraciones: “Porque Avilés, a su manera, también fue conspirador”. En su comentario sobre la obra de William Mejía, dice: “Un hombre de teatro, de esa clase que, cualquiera diría, es una especie en extinción”; Y sobre José Adolfo Picardo, comenta: “Sus obras cabalgan en el lomo limítrofe de la metáfora y la excentricidad”.
Hablando del amigo Ángel Haché, expresa: “¡Él es él! Es tozudo, obstinado, tenaz, pertinaz, testarudo. Puede que por eso este nuestro Ángel no sea todo lo popular que debería ser: pero, afortunadamente en cambio, es medularmente amado por los que hemos tenido la oportunidad de acompañarlo y comprenderlo, Soy uno de ellos”. Cuando Iván García habla de Juan José Jiménez Sabater o León David, dice: “Él es sencillamente un plácido león para mí, y me temo que para muchos más. Él es, sí, un esteta, pero además es un escritor serio, un artista sencillo y por su integridad, sincero y valiente, al que lo único que le interesa es dignificar su arte”. La sensibilidad de Iván lo lleva en otro artículo a expresarse así del amigo y admirado Jacinto Gimbernard: “Ese humano que se me antoja tímido por su sonrisa tenue, y por su voz suave e introvertida…ese artista de indescifrable aura algo lejana, un tanto intocable…ese formidable ser, cada vez con mayor fuerza, ha ido llenando los espacios de mi admiración”. Uno de los personajes más admirados de Iván ha sido Juan Bosch. En un capítulo que titula ¿Por qué Don Juan es un ejemplo? recoge las palabras que dedicara al maestro en ocasión del centenario de su nacimiento. “Se me pide que hable sobre Juan Bosch, yo escojo de la amplia panoplia de sus virtudes referirme a su comportamiento moral, y de repente me siento como una piedra dentro de un zapato, como una espina en el dedo pulgar o como un grano de arena en el ojo”. “Hablando con mi Gente” es un libro entrañable, en el que Iván dialoga, medita, en un acto de introspección.

EN TORNO A LA LIBERTAD 

Es una selección de obras que Iván García agrupa por temas. En el prólogo, refiriéndose a Trujillo dice: “Desde antes de su muerte comencé a luchar en torno a la libertad ansiada, y aún hoy en día lo sigo haciendo”.
Iván García es un artista de su tiempo y como tal, muchas de sus obras son un espejo de esa realidad política social que le ha tocado vivir, siendo un ente activo en períodos en que la libertad ha sido vulnerada, o la patria mancillada. En “Doce años de lucha” aparecen tres obras: “El hombre de barro”, “Proceso por la sombra de un burro” y “Un héroe más para la mitología”. En el grupo “Luchando” incluye, “Carta al Tirano” y en “Retratos de una Guerra y Memorias de Abril”: “Vivir buena razón”, y “Cada cual lucha a su manera”. En el último grupo ¿Valió la Pena? en sus textos: “Trilogía del perenne sacrificio o Travesía de un río hacia el olvido”, Iván García en una visión subjetiva e idealizada del ser humano, nos presenta a “El” como quizás la última esperanza de una sociedad postrada. Hermosa obra expresionista, vigente hoy más que nunca. En el monólogo “¿Qué tiene de malo? El alma sensible de Iván asoma, en su introducción dice: “Santo Domingo, capital de la quimera…/De un sueño de cariño, más bien…/ ¡No! de una espera”.
Pero cuando se apagan las candilejas y baja el telón, queda entonces solo el hombre, aquel tan buscado por Franklyn Domínguez, “Un hombre Honesto”, sin dobleces, trabajador inagotable, presente cuando la Patria ha necesitado de sus hijos. Iván García es además, el padre y esposo consagrado, el maestro, el amigo consecuente y solidario. Gracias Iván

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