El economista fundador y primer presidente del Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo, Jacques Attali, advirtió que “el Brexit ha probado que el proceso de integración europea no es irreversible, y la vuelta a actitudes introspectivas puede tener dramáticas consecuencias en Europa”.
En una entrevista concedida al periódico español La Vanguardia, Attali dijo que el segundo riesgo es que el Brexit puede dificultar una mayor integración europea, y el euroescepticismo puede dar un empuje al conservadurismo en un momento en el que la integración europea necesita ir más allá, en particular para completar la unión económica y monetaria. “No hay ningún ejemplo en la historia de una moneda común que haya sobrevivido sin una entidad política común. Las consecuencias de estos dos riesgos puede consistir en un reto para la eurozona, desde el momento en que su coherencia y fuerza serán puestas a prueba de forma creciente”, explicó.
El reputado economista cree que el Brexit forzará a los líderes a repensar el liderazgo europeo. “El eje franco-alemán puede reforzarse, o no. Es importante destacar que, en ausencia de una coordinación presupuestaria en la eurozona, los intereses de Francia y Alemania son totalmente divergentes: Alemania necesita un euro fuerte y tasas altas de interés; Francia lo opuesto”.
Además, agrega que con el Reino Unido fuera de la UE, la eurozona representará más del 85% del PIB de la Unión. Y por eso mimo, la UE será comandada crecientemente por las economías líderes de la eurozona. Y en este contexto, España e Italia asumirán un rol creciente en paralelo al de Francia y Alemania.
Ante la realidad que vive Europa, Attali cree que el mayor reto es construir una Europa más democrática e inclusiva. “El próximo reto de importancia es el hecho de que Europa tendrá que tomar crecientemente las riendas de su propio destino, toda vez Estados Unidos –más allá de quién sea su próximo presidente– continuará centrando su foco en el Pacífico. En este contexto, tenemos que ser conscientes de que proteger a la UE es un bien público y que debe lograrse con significados compartidos, y ello incluye recursos financieros comunes en la forma de eurobonos dedicados a defensa y seguridad. Sólo entonces Europa será capaz de gestionar la inestabilidad en sus fronteras y fortalecer su capacidad para gestionar la cuestión migratoria de una forma que sea respetuosa con los valores europeos”.
Por otro lado, sostiene que nunca habrá un mercado global sostenible sin un imperio de la ley global, y esto también es cierto para Europa, la región más avanzada en ambos campos pero en donde la integración política todavía va detrás de la económica. “O Europa se mueve para lograr una mayor integración económica, fiscal y de las políticas sociales y camina hacia un federalismo genuino, o toda la construcción europea se disolverá en el caos desde el momento en que la dictadura del populismo y del egoísmo nacional se desarrollará como reacción al egoísmo individual y del dinero”, advirtió.
Explicó que Europa no es un pueblo, sino una construcción voluntaria de pueblos que han aprendido –por su historia común de violencia– que la apertura y la unidad son condiciones para una vida feliz y próspera. Como tales, los ciudadanos europeos deben tener cuidado de aquellos que abogan por volverse fronteras adentro diciendo hablar en nombre de ellos”.
Al contrario, deben de darse cuenta de que tienen un interés en reforzar las formas democráticas de cooperación y en mejorar la felicidad de sus vecinos. Para los líderes políticos europeos, esto implica reforzar el rol de la democracia representativa y promover el altruismo o podría dar pie, por ejemplo, a ampliar los objetivos del programa Erasmus o una iniciativa de Seguridad y Defensa europea, como ya mencioné.