Joaquín Ricardo defiende otra vez pulcritud de las elecciones de 1994

Joaquín Ricardo defiende otra vez pulcritud de las elecciones de 1994

En los reportajes especiales de este medio correspondientes a las elecciones de 1994 y del año 2000, publicados los días 15 y 29 de abril del año en curso, con los epígrafes: “Por fraude, el último gobierno de Balaguer fue reducido a 2 años” y “Violencia y campaña sucia en comicios 2000”, nuevamente en los mismos se incurre en inexactitudes y juicios de valor de carácter personal por lo que, como hemos hecho en oportunidades anteriores, nos vemos en la obligación de realizar algunas precisiones, las que consideramos oportunas para una cabal comprensión de la realidad de ese entonces y una mayor aproximación a la verdad histórica.

 Acerca del manido argumento del supuesto fraude perpetrado en las elecciones celebradas en 1994, lo interesante sería que el autor de este reportaje explicase en qué consistió el fraude y produjera pruebas concretas acerca de cómo fue ejecutado, al tiempo de poner las mismas de manera imparcial y objetiva a disposición de la opinión pública.

De no poder exhibir pruebas documentales, pudo también el autor del referido reportaje entrevistar a los distinguidos integrantes de la Junta Central Electoral que administró la contienda cívica y democrática de 1994. Sería una gran contribución para la correcta narración de la historia reciente si ellos pudieran ofrecer su opinión sobre el supuesto fraude y realizaran un análisis exhaustivo de todo lo acontecido en ese proceso, pues así se podría establecer con claridad que solo fueron sencillamente irregularidades que afectaron a todos los partidos, como usualmente acontecía en nuestro avanzado pero no perfecto sistema electoral. Sus opiniones reflejarían además no solo su reconocida capacidad, sino que las mismas estarían en consonancia con la visión de los partidos que postularon a tres de los cinco miembros de ese organismo electoral.

Asimismo, no se debe soslayar el hecho de que el certificado de elección entregado por la Junta Central Electoral al doctor Balaguer en su condición de candidato ganador de esas elecciones lleva la firma del presidente y de todos sus miembros titulares, lo que constituye un rotundo mentís a la usual ligereza con que muchas personas tratan lo acontecido en la contienda cívica y democrática del año 1994.

Acerca de esto le podemos ofrecer algunas informaciones complementarias pues fuimos testigo de primer orden de ese proceso.

Hay ciertamente algunos sectores excluidos por la evolución de la historia que prefieren vivir atrapados en su turbio y estéril pasado, haciendo galas de su antibalaguerismo trasnochado, extemporáneo, deslucido y desmentido por los hechos, que todavía pretenden propalar una especie de leyenda negra alrededor de los triunfos electorales del doctor Balaguer y el Partido Reformista Social Cristiano. Intentan, naturalmente en vano, crear una especie de mito, pero no de aquellos que relatan el origen de algún acontecimiento importante, sino de los que son tan solo ficciones ilusorias y engañosas de la realidad. Eso, y no otra cosa, repetimos, es lo que ocurre con las nunca probadas afirmaciones de fraude alrededor de los triunfos electorales del candidato del Partido Reformista.

Finalmente, sobre los diferentes argumentos que se han esgrimido acerca de los inconvenientes que, como suele ocurrir en la mayoría de las elecciones, se presentaron en las de 1994, nos permitimos sugerirles a los amigos lectores revisar nuestro escrito “Comentando el artículo de un historiador”, publicado en el matutino Diario Libre el 14 de junio del año 2010.

Con relación a la crónica acerca de las elecciones del año 2000 solo formularemos la siguiente precisión: En esta contienda cívica el doctor Balaguer, a pesar de las serias adversidades que tuvo que enfrentar, desde una Junta Central Electoral abiertamente hostil hasta la abismal diferencia de recursos, con solo 10 breves mensajes a sus conciudadanos en igual número de apariciones en diferentes comunidades del país, empleando solo 30 minutos en total para todas las referidas alocuciones, obtuvo cerca del 25 por ciento de los votos, colocando al Partido Reformista solo, sin aliados, en el segundo lugar.

Por otra parte, durante cerca de dos meses hemos leído los diferentes reportajes acerca de nuestras elecciones que han elaborado diferentes autores, teniendo como denominador común que en las que participó el doctor Balaguer, todo gira alrededor del hecho de que sus triunfos siempre fueron producto de un supuesto fraude. Aplicando la definición que de esa palabra ofrece el Diccionario de la Real Academia Española de la lengua, “Acción contraria a la verdad y a la rectitud, que perjudica a la persona contra quien se comete”, los verdaderos fraudes son los que cometen quienes emiten una opinión sin prueba alguna en contra del doctor Balaguer.

No podemos negar que en las elecciones se cometen irregularidades: Sin embargo, esas anomalías nunca han justificado la anulación de un proceso electoral ni tampoco la magnitud de las mismas sugieren nada más que errores que tienden a cometerse en procesos que necesitaban de mayor refinamiento y experiencia. Los usuales alegatos de fraude, tan consustanciales con la mentalidad criolla, pues en nuestro país nadie pierde sino que “le arrebatan el triunfo”,  ni siquiera se formulan en los colegios electorales como consagra la ley, sino en el campo más fértil de la manipulación mediática y de la opinión pública.

En el caso que nos ocupa, si a las anomalías las queremos denominar “fraudes”, debemos convenir que para la planificación y sobre todo para la ejecución del mismo se necesitan cómplices que lo realicen, y los mismos deben estar en el organismo que planifica, administra y ejecuta las elecciones.

En las contiendas cívicas y democrática en las que participó como candidato el doctor Joaquín Balaguer los integrantes de la Junta Central Electoral nunca fueron miembros prominentes de las organizaciones políticas sino ciudadanos independientes, con sus simpatías, por supuesto, por cierto éstas nunca se inclinaron hacia el doctor Balaguer, pero no con filiación partidaria establecida, además de ser ciudadanos con prendas morales y cívicas suficientes para ser aceptados por toda la ciudadanía y por los partidos políticos.

En la sede de la Fundación Joaquín Balaguer reposan, por cierto, todos los certificados de lección debidamente firmados por los integrantes de cada Junta Central Electoral en los diferentes certámenes electorales en que el doctor Balaguer participó como candidato.

En virtud de lo anteriormente expresado nos preguntamos si los autores de las referidas crónicas al lanzar su afirmación sin pruebas materiales de los denominados “fraudes” en las elecciones en que participó el doctor Balaguer, sindican a los integrantes de la Junta Central Electoral como culpables también, por acción u omisión de los mismos. De ser así, ¿dónde están las pruebas para avalar esa afirmación tan grave de complicidad? ¿Cuáles serían sus motivaciones? ¿Puramente políticas o de mayor implicación como serían las de corrupción y/o cohecho?

No podemos permitir que continúen las perversas tergiversaciones de los hechos históricos recientes por sectores al parecer llenos de resentimiento y frustración que sí han resultado ser verdaderas decepciones políticas e históricas, ni podemos sancionar con nuestro silencio los intentos de trastocar la verdad acerca de los procesos electorales en los que participó y triunfó, por la voluntad cívica y democráticamente expresada de la mayoría del pueblo dominicano.

En esa dirección, con el fin de terminar con las manipulaciones históricas, nos permitimos sugerir una discusión seria y desapasionada de las elecciones que se han desarrollado posteriormente al régimen de Trujillo, así como del sistema electoral dominicano, cuyas conclusiones, además de dilucidar las interesadas afirmaciones de fraude, servirían como contribución a la discusión en la Cámara de Diputados y en el Senado de la República de la reforma sugerida a la ley electoral vigente, la 275-97, así como a la adecuación y compilación de las demás leyes que inciden sobre nuestro sistema electoral en una especie de Código Electoral Dominicano.

 Para ese examen objetivo e imparcial podría auspiciarse una comisión especial bajo la coordinación o supervisión de un reputado experto sobre los sistemas electorales, como lo es el doctor Dieter Nohlen, profesor emérito de la Universidad de Heidelberg y autor de diversas obras sobre la materia, que ha venido con anterioridad a la República Dominicana. Podría esta comisión estar integrada, además por un representante de la Fundación Internacional para Sistemas Electorales y por otro del Centro de Asesoría y Promoción Electoral, así como por dos rectores de nuestras universidades escogidos por sus pares, a quienes se les facilitarían todos los datos y las actas de las elecciones desde 1962 hasta la fecha, así como todas las leyes que tienen que ver con la operatividad del sistema electoral dominicano. Esas personas, además de tener toda la capacidad y el peso moral de las instituciones que representan, estarían libres de toda sospecha de parcialidad.

Sus conclusiones serían, reiteramos, una extraordinaria contribución, no solo a la correcta interpretación de nuestras contiendas cívicas sino un aporte sustancial para la elaboración de ese Código Electoral Dominicano.

Las claves

1.  Las eleciones de 1994

La crisis postelectoral y las  presiones internacionales, causadas por la denuncia de un fraude electoral, obligaron a la negociación de una salida política.

2.  Sólo dos años

La solución,  acortar el período a dos años,   quedó plasmada con la firma del  denominado Pacto por la Democracia.

3.  La oposición

El PRD llevó en su boleta a su líder, José Francisco Peña Gómez,  y  al reformista Fernando Álvarez Bogaert,  quienes firmaron el Acuerdo de Santo Domingo, luego de que el último se disgustara con  su otrora líder, Joaquín Balaguer.

4.  Los resultados

Fueron emitidos por la JCE el 2 de agosto de 1994, a las 2:35 de la tarde, casi  3 meses después   de las elecciones, luego de un duro proceso de impugnación, dando a Balaguer como ganador, con una ventaja de apenas 22,281  votos sobre el PRD.

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