Juntos, pero no revueltos; separados en la misma casa

Juntos, pero no revueltos; separados  en la misma casa

Una separación de pareja es dolorosa para cualquier persona, ya que es considerada como un fracaso emocional y sentimental.
Esta situación puede agravarse aún más cuando por distintas razones la pareja sigue compartiendo el mismo techo.
Ya sea por el bienestar de los hijos o bien por situaciones económicas, muchas parejas optan por permanecer en la misma casa a sabiendas de que la relación sentimental ha llegado a su fin.
Kaly Baéz, psicóloga “master” en el tratamiento de la ansiedad y el estrés, detalla que muchas parejas tienen la falsa creencia de que una separación total puede traer malestar a los hijos. Sin embargo, asegura que estudios llevados a cabo con personas que en su niñez vivieron este tipo de situación demuestran que cuando los padres están juntos en la misma casa estando ya separados por los hijos, esto tiene efectos secundarios importantes, entre ellos que empiezan a ver un mal ejemplo de lo que es una relación de pareja sana y estable, porque normalizan este trato en las relaciones de pareja.
Destaca que cuando hay una separación, pero los miembros siguen viviendo juntos, donde ya hay inclusive indiferencias y maltratos entre los padres, los hijos se encuentran en un ambiente bastante contaminado.
Además de “normalizar” estas actitudes, Báez explica que los niños van a desarrollar ciertas conductas en el colegio, con sus hermanos y con sus iguales.
Hay muchos cambios en el sueño, la alimentación, en sus gustos, y no se presentan como niños felices.
Especifica además que cuando los miembros de la familia externa se enteran de esta situación, empiezan a tratar a la otra pareja con diferencia, además de que empiezan las opiniones sobre el tema.
“Cuando hay una separación, debe haber una separación definitiva, de raíz, eso es clave” asevera la psicóloga, quien además es especialista en el manejo de duelo y pérdidas.

Dice que aunque muchas parejas insisten en permanecer juntas a pesar de las diferencias, deben adecuarse a los nuevos cambios procedentes de la ruptura.
“Cuando una pareja se separa, puede haber cambios económicos, de colegio, de casa, pero esos mismos cambios son mucho mejores para los hijos, e inclusive necesarios para poder adaptarse a un nuevo estilo de vida económicamente y esto puede ser también un impulso para ambos”, señala.
En cuanto al duelo afectivo, la psicóloga explica que esta es una situación desaconsejable, ya que es como vivir en un limbo emocional. No se es pareja pero no se disuelve el vínculo. Ninguno de los miembros puede continuar con su vida de forma plena y completa.
“La relación con los ex puede tener diversos matices, pero generalmente, si no hay hijos de por medio, termina acabándose para siempre después de unos años. En cambio, cuando hay niños en común se debe manejar de otra manera.
La especialista explica que cuando la pareja decide separarse debe hacerlo física, económica y sentimentalmente. Obviamente, si hay hijos de por medio, una ruptura económica no ha de ser posible, por lo que se debe establecer qué miembro de la pareja va a asumir ciertos gastos.
“Muchas veces un mediador, una persona externa, como un psicólogo que pueda ayudar, definitivamente será la mejor opción en una situación como esta para evitar cualquier conflicto e inclusive alguna injusticia dentro de la separación” sugiere Báez, quien labora en Terapia Boutique.
Indica que cuando ya una separación clara y definida, el abordaje con los hijos debe ser explicativo, que se les indique el porqué papá y mamá se están separando y decirles que no es de ellos que se están alejando, ni del amor que tienen hacia ellos, sino que ya como pareja no funcionan, pero que como sus padres sí pueden trabajar en equipo por el bien de ellos.

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