Panamá. Las 3.500 voladuras que la multinacional Maxam ha realizado en la ampliación del Canal de Panamá han supuesto uno de los mayores retos tecnológicos para esta empresa de origen español, que lidera el sector de las explosiones controladas en minas y obras civiles. “Ha sido un reto tecnológico importantísimo para nosotros”, reconoció a Efe en la capital panameña la directora de Relaciones Internacionales y Responsabilidad Social Corporativa de Maxam, Ana Rubio.
Maxam, que aterrizó en Panamá en el 2008 con una inversión inicial de 1 millón de euros (1,09 millones de dólares), ya tenía “experiencia en voladuras subacuáticas, pero las condiciones que tiene el Canal de Panamá son muy especiales”, argumentó la alta ejecutiva. Las explosiones de las obras de ampliación, de las que la multinacional ha ejecutado el 90 %, en su gran mayoría submarinas, no podían provocar ni proyecciones ni humos, ni causar vibraciones por encima de un cierto nivel, ni “por supuesto” contaminar las aguas, indicó Rubio.
“Se han hecho cerca de estructuras que ya estaban operativas y que obviamente no se podían dañar, hemos llegado a tener al lado hasta torres de electricidad. Se han hecho también muy cerca de comunidades de vecinos y el Canal, además, no suspendió (durante las obras de ampliación) las operaciones y los barcos seguían transitando”, explicó la directiva.
La Autoridad del Canal de Panamá (ACP), añadió Rubio, “es probablemente nuestro cliente más exigente en materia de seguridad y prevención de riesgos». La ampliación de la vía interoceánica, que comenzó en 2007, lleva un avance del 96 %, y la última voladura la realizó en septiembre pasado Maxam, que desde 2012 es el único suministrador de ese servicio en la obra.