La baja calidad de los maestros

La baja calidad de los maestros

El Banco Mundial ha tocado la raíz de un problema que debe preocuparnos por más de una razón. En su estudio “Profesores excelentes, cómo mejorar el aprendizaje en América Latina y el Catibe”, el organismo resalta que la baja calidad de los maestros en estas zonas del mundo impiden reducir la pobreza. En nuestro país, la calidad de los maestros ha ido en retroceso, empujada hacia un proceso involutivo que degrada la calidad de la enseñanza como factor que debe contribuir al progreso. El estudio deplora el poco tiempo que los profesores de América Latina y el Caribe dedican a la instrucción y al aprovechamiento de las tecnologías de la información y la comunicación.

Desde 2013 nuestro país apuesta el 4% de su PIB a la educación. En una carrera vertiginosa, eso ha significado la instauración paulatina de la tanda extendida, más aulas y más maestros. Hemos visto un gran énfasis en construcción de la infraestructura necesaria, pero anhelamos ver más empuje en la “construcción” del maestro de la altura cualitativa imprescindible para quebrar nuestro atraso. Una tanda extendida bajo la batuta de malos maestros sería una lamentable pérdida de tiempo, un dispendio de recursos que pueden y deben tener mejor destino. Como Estado empeñado en erradicar la pobreza, debemos asumir el compromiso de revertir la porción negativa que nos corresponde en ese estudio del Banco Mundial.

ESCUELAS DE ALTO RIESGO SÍSMICO

El terremoto que sacudió Haití el 12 de enero de 2010, causando muerte y desolación, fue coyuntura que forzó a nuestro país a echar un vistazo a las debilidades estructurales de las obras públicas. Un estudio técnico aconsejó reforzar hospitales y escuelas muy vulnerables ante cualquier sismo de gran magnitud. Nada de lo aconsejado se ha hecho. Un nuevo estudio, reciente, ha detectado que más del 70 por ciento de nuestras escuelas acusan gran fragilidad sísmica, pero la respuesta ha sido que esa no es la situación de los nuevos planteles.

Así las cosas, estamos expuestos a que el día menos pensado tengamos que llevarnos las manos a la cabeza porque haya pasado lo que los sismólogos han estado advirtiendo desde hace mucho tiempo. Muchas debilidades estructurales son corregibles, pero no nos hemos ocupado de corregirlas. Prevenir siempre ha sido más sabio y barato que tener que remediar.

 

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