La basura y otros problemas

La basura y otros problemas

Higienizar a Santo Domingo y a otras importantes ciudades con efectivos programas de recogida de desechos sólidos y creación de rellenos sanitarios sería un paso en la dirección correcta que el Gobierno Central y autoridades municipales deberían reforzar con otras medidas para el buen orden urbano y el ornato. Lo primero es que la Capital de la República es cuestionada sobre imagen y hospitalidad no solo por deficiencias en la eliminación de basura. También porque muestra un exceso de solares yermos y mal cercados, sombríos y yerbosos; centenares o miles de tramos de aceras rotas, a veces peligrosas, obstaculizadas o totalmente intransitables para transeúntes.

Una ciudad afectada por «paisajes» ruinosos porque propietarios de inmuebles diversos no son obligados a velar por su buen estado y apariencia. Una ciudad pobremente iluminada, lo que incentiva la delincuencia. Con excesiva circulación de aparatosos y en mal estado vehículos de carga y pasajeros que constituyen un cementerio rodante de metales viejos que agreden al observador. Con signos de arrabal en varios lugares de esta histórica ciudad. Las normas para preservar una apariencia digna de su nombre e importancia son débiles o no se han creado o quienes deben aplicarlas se ocupan poco de ellas. Que no nos baste con tener una ciudad más o menos limpia y ordenada en los perímetros centrales y cotos turísticos.

Cuando las redes lanzan mentiras

La facilidad con la que alguna persona o grupo pueden poner a rodar noticias falsas por medios electrónicos tiene que ser motivo de alarma en un país con intenso crecimiento en el acceso de ciudadanos al Internet. Un irrefrenable laberinto de difusión de especies a manos de quienes interesadamente decidan, en un momento dado, estremecer a toda una nación desde el anonimato.

Colosos del ciberespacio ven en el auge de lo falso un motivo de preocupación. Han ideado filtros de dudosa eficacia. Lo infundioso sigue dando saltos y rebotes. Es prioritario que más recursos tecnológicos le salgan al frente a la emisión y repetición masiva de mensajes que desinforman, siembran confusión y pueden responder al disociador propósito de condicionar comportamientos colectivos con fines inconfesables ya en el terreno de lo delictivo.

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