La borrosa línea entre la economía y la psicología

La borrosa línea entre la economía y la psicología

La Economía es una ciencia fundamentalmente social, pues estudia la organización de una sociedad compuesta por humanos. En el siglo 19, la economía neoclásica se vio en la necesidad de crear un ente representativo de los individuos. De esta manera se creó el conocido “Homo Economicus” por medio del cual se asumió por mucho tiempo que las personas eran seres totalmente racionales.
Por racionales se entendía que los individuos eran calculadores, que tenían total control sobre sus emociones y que lograban hacer la mejor elección de las alternativas posibles. De esta manera, la economía creó el modelo de maximización de la utilidad. Este explica que aplicamos toda la información disponible para tomar decisiones óptimas dado un conjunto de preferencias estable. Este enfoque ha sido muy útil porque ha permitido crear modelos matemáticos, estadísticos y proyectar comportamientos. Sin embargo, hace años que se empezaron a cuestionar estos principios básicos.
Innumerables investigaciones han demostrado que a veces tomamos decisiones que no son totalmente racionales. Nos da pereza hacer ejercicio, fumamos, hacemos compras fuera de nuestras posibilidades y así sucesivamente. Nos preguntaremos si hay razones concretas que nos llevan a tomar decisiones que podrían no beneficiarnos. La psicología ha estudiado el comportamiento humano desde sus inicios. Sin embargo, psicología y economía no habían tenido un punto de enlace hasta el siglo pasado. De esta unión surgió la Economía Conductual.
Daniel Kahneman es un psicólogo de origen estadounidense-israelí al que se le otorgó el Premio Nobel de Economía con sus estudios en este tema. Él afirmó que el mundo está compuesto por seres humanos que a veces se comportan de manera irracional. Junto a Tversky, acuñó el término “portarse mal” para explicar que las decisiones irracionales que tomamos no significan que estamos locos, sino que son inherentes a la psicología humana. Los seres humanos son agentes económicos diferentes y volátiles, y esta es una de las razones por las que los mercados divergen de la eficiencia que tanto se asume.
Herbert A. Simmons propuso el Modelo de Racionalidad Limitada en el cual explica que la racionalidad de los individuos está limitada por tres categorías principales: La información disponible, la limitación cognitiva y el tiempo disponible para tomar la decisión. En este orden de ideas, según este modelo las personas no tienen toda la información, ni el tiempo, ni la capacidad necesaria para tomar muchas decisiones, sino que aplican su racionalidad cuando han simplificado grandemente el panorama.
Kahneman considera que este modelo es un gran paso para enfrentar las limitantes del modelo racional. Con sus estudios añadió el hecho de que hay factores cognoscitivos y no cognoscitivos que limitan la racionalidad. Los primeros se dan porque la memoria puede recopilar y acceder a información de manera limitada. En este sentido, solo guardamos en nuestro cerebro aquello que nos interesa y lo demás puede no estar disponible en momentos de toma de decisiones posteriores. En cambio, los factores no cognoscitivos determinantes son las influencias culturales, el estado emocional de la persona y el principio de que estamos acostumbrados a imitar lo que los demás hacen. En resumen, las personas toman decisiones en base a la información que han recopilado, al entorno en el que se desenvuelven y a la manera en que se sientan en el momento. Esto explica por qué no siempre tomamos las decisiones que más nos convienen. De ahí se sentaron las bases para el estudio de la inteligencia emocional.
Si bien ahora tenemos variables que no podemos medir, tenemos también un nuevo y más completo enfoque para entender el comportamiento que modificará la toma de decisiones en la economía. Si las personas eligen diferente, los mercados funcionan diferente y de ahí en cadena se modifica la economía entera. Tenemos el poder de tomar mejores decisiones. Las finanzas personales, el mercadeo empresarial y hasta las políticas públicas todo se revuelve dependiendo de cómo tomamos nuestras decisiones, aunque a simple vista podrían parecer no tener impacto alguno.
Investigación Asociada: Julissa Lluberes

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