La caótica capital de Colombia recibe lección de convivencia

La caótica capital de Colombia recibe lección de convivencia

La nueva norma, que se aplica a todo el país, es tan estricta que el alcalde de Barranquilla presentó recientemente un decreto para su suspensión temporal .

BOGOTÁ. — Los colombianos están recibiendo una lección de buenas maneras en forma de un estricto código civil de 120 páginas, y en ningún sitio causa más desasosiego que en la frenética capital del país, donde malabaristas y vendedores de refrescos se cuelan por entre el tráfico, autocares discoteca toman la noche y en las calles reina el caos.

Poner música a gran volumen a altas horas de la noche es ahora sancionable con una multa de 125 dólares. Y no recoger los excrementos del perro, con 30 dólares. Quienes suban a los buses públicos sin pagar tasas deberán participar en un «curso de convivencia».

«El código es la confirmación del fracaso de la familia y del colegio en la correcta educación ciudadana de los colombianos», dijo el escritor Alonso Sánchez en Semana, el semanario más importante del país.

La nueva norma, que se aplica a todo el país, es tan estricta que el alcalde de Barranquilla presentó recientemente un decreto para su suspensión temporal tras darse cuenta de que el carnaval de la ciudad costera violaría varios apartados que prohíben fiestas con exceso de ruido.

Pero donde más debate ha causado quizás la primera revisión del código civil colombiano en más de cuatro décadas es en Bogotá, una ciudad de ocho millones de habitantes que según las autoridades recibió el mayor porcentaje de las citaciones emitidas a nivel nacional.

Algunos residentes en la capital admiten el código como una intervención necesaria, pero otros lo critican por ser una ampliación del poder policial que afecta más a quienes no puedan pagar las multas. Aunque las ofensas menores, como no ceder el uso del baño a una mujer embarazada, acarrean sanciones de 30 dólares, las más graves suponen castigos de 262 dólares, el equivalente al salario mínimo mensual.

En las calles se venden copias pirata del código civil por alrededor de un dólar y es un producto demandado por gente ansiosa de saber qué es lo que está prohibido ahora, y las celebridades de Bogotá ya protagonizaron columnas de chismes por violar las normas.

«Hay muchas cosas que tienen escritas allí que la gente cree que no deben estar», dijo Carlos Álvaro, un vendedor callejero que ha vendido unas 100 copias desde finales de enero.

La actualización del código civil, que se publicó el pasado julio, reconoce que Colombia es hoy en día una sociedad más urbana y está afectada por problemas cotidianos muy distintos a los de las décadas pasadas, cuando el país seguía inmerso en un violento conflicto con grupos armados. Aunque los delitos graves como los secuestros han descendido, los principales arquitectos de la norma defienden que es hora de que los colombianos empiecen a subsanar infracciones menores que pueden dañar una sociedad en paz, como beber en público y manejar por el carril bici.

«Los colombianos olvidaron de estas cosas del día a día», señaló el capitán Juan David Palacio, abogado en la policía nacional y uno de los autores de las nuevas normas.

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