La corrupción angustia a Licelot Marte

La corrupción angustia a Licelot Marte

La corrupción es una expresión de la crisis social y moral de una sociedad, de las instituciones y de los grupos de actores que en ella inciden, pero también es una radiografía de la partidocracia. Para mal, tiene a su ventaja, una sociedad que ha perdido la capacidad de asombro y donde se vive sin consecuencia. Pero la verdadera trampa social es que nos encontramos en un ejercicio político, donde los actores se aceptan como iguales, degluten los mismos hábitos, poseen las mismas costumbres y se autoprotejen como empresas de varios accionistas.

La corrupción se ha vuelto una patología social; o sea, una epidemia o una enfermedad propia de nuestro clima y medio social, de donde ha creado resistencia, tolerancia, se ha hecho endémica y nunca tiene alerta epidemiológica.

A los corruptos los aceptamos contaminados con su virus; socializamos con ellos, charlamos, les abrimos puertas, les toleramos, los reconocemos, los validamos, los aceptamos y hasta les elegimos.

Para que todo esto sea posible, tienen que encubarse en una crisis social y de valores donde se viva el temor, la indiferencia, la complicidad de grupos y de generaciones que se han graduado de cómplices, para entrar a una patología tan adictiva y tan codiciada como la corrupción.

La alerta epidemiológica de la corrupción la ha señalado la Lic. Licelot Marte. La presidenta de la Cámara de Cuentas. En franca agonía y angustiada por el incumplimiento a rendir cuentas, del déficit en las auditorías, de la desaparición de documentos, de las dobles nóminas, de callar información, del nepotismo, de la alteración de números y robarle al Estado, a sus instituciones, ayuntamientos e instituciones autónomas etc. Esta funcionaria ha tenido que decir cosas sobre la corrupción que cualquier país moralmente vivible y éticamente existente se paralizaría ante el escándalo; donde los responsables de la corrupción, justicia, gobierno, iglesia, sociedad civil, debió llamar a Licelot y a la Cámara de Cuentas para que den números, cifras, nombres de instituciones y personas, para detener el cáncer social de la corrupción administrativa.

La corrupción ha puesto en agonía y angustia a Licelot. Por décadas escuchó a su mentor y maestro Joaquín Balaguer, decir que la corrupción “Se detenía en la puerta de su despacho”, socializó y puedo ver cómo amigos, empresarios y simpatizantes de la maquinaria Roja lograba ascenso social gracias a la corrupción, el favoritismo, el trafico y el mercado ilícito desde el poder. Ahora, Licelot tiene su propia radiografía social, su propia funeraria y sus propios cadáveres disecados, de los que han quebrado instituciones, se han enriquecido del dinero del pueblo y han salido millonarios y poderosos a costa de la miseria, el empobrecimiento, la exclusión y la desigualdad, de millones de dominicanos. La agonía de Licelot es visceral: denuncia, habla, comenta, expresa el desastre en los ayuntamientos por la falta de transparencia y de los fraudes que le hacen la instituciones y los servidores públicos al Estado.

La debilidad institucional, la falta de voluntad política, el clientelismo, la crisis moral y social de la partidocracia dominicana ha creado una patología social, que ha hecho de la corrupción una epidemia, y una forma de convivencia del ser social. A Licelot Marte le reflexiono: los propósitos deben estar en armonía con los valores, si se hace tóxica y asfixiante la Cámara de Cuentas, no espere el tumor moral, es mejor preservarse, ceder, irse, para tener una vida más significativa, de mejor calidad y calidez; pero sobre todo, más vivible. Para detener la corrupción hace falta voluntad política, sistema de valor gerencial público y privado; pero sobre todo, con secuencia judicial y psicosocial.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas