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En julio del 1966, con el país ocupado por las tropas norteamericana que se retiraron formalmente en septiembre, Joaquín Balaguer tomó posesión como presidente de la República, que cuatro años antes había sido desplazado con los remanentes de la tiranía trujillista. El mandatario inició su gobierno en un país aún cuasi paralizado por la guerra civil y la ocupación norteamericana, con cuyo apoyo fue electo.
Contando además con los cuerpos armados nacionales y gran parte del empresariado y los hacendados tradicionales; pero hubo de enfrentar una juventud en gran parte revolucionaria, fruto de cinco años de agitación popular y del repudio al intervencionismo que este representaba, con grupos armados desde la Revolución de Abril.
Balaguer basó su estrategia político- militar en amenazar a la población civil con la dictadura militar y mantener dividida la alta oficialidad en dos grupos: uno residuo del Grupo de San Cristóbal, afín a su liderazgo, encabezado por Neit Nivar Seijas; y otro por Enrique Pérez y Pérez, más vinculado al poder norteamericano.
Entretanto, la represión y compra de los opositores, el divisionismo de las izquierdas, los asesinatos y las facilidades para emigración a Estados Unidos, diezmaron el frente constitucionalista.
Empero, el Presidente demostró ser un administrador eficiente, impuso un plan de austeridad que redujo los gastos corrientes, estableció una alianza con la oligarquía y el empresariado en un Consejo Nacional de Desarrollo, emprendió un agresivo plan de construcciones públicas y viviendas; rehabilitó la industria azucarera y creó zonas industriales con incentivos fiscales para manufacturas ligeras; todo lo cual permitió el desarrollo de una clase media urbana; en tanto las finanzas del gobierno se fortalecieron con la minería de ferroníquel en Bonao y del oro en Cotuí.
La violenta represión del régimen obligó al PRD a retirarse de las elecciones en 1970 y 1974; la crisis de liderazgo con un Bosch ausente y a su regreso en conflictos internos que condujeron a su salida de ese partido para fundar el PLD, permitieron la continuidad de un régimen repudiado por las mayorías.
Teniendo el control de los altos mandos militares el grupo de Pérez y Pérez, se produjo en 1975 el asesinato de directivos del Club Cultural Héctor J. Díaz que generó una conmoción nacional, y Balaguer sustituyó al jefe de la Policía por Neit Nivar Seijas.
Como reacción, los cuatro principales jerarcas militares renunciaron para presionar a Balaguer, pero éste los sustituyó. Los renunciantes se acomodaron a la nueva situación y dos de ellos: Pérez y Pérez y Ramón Emilio Jiménez fueron nombrados Secretarios de Estado de la Presidencia y Relaciones Exteriores, sin mando militar.
Luego los precios del azúcar bajaron y los del petróleo subieron; Jimmy Carter nuevo Presidente de Estados Unidos, convirtió los derechos humanos en política de Estado y vino el repliegue de la política de represiva anticomunista con el inicio la Convivencia Pacífica con la URSS.