“La dama de negro” terror y suspenso

“La dama de negro” terror y suspenso

La sala en penumbra, gritos y alaridos, truenos y centellas inundan la estancia; la atmósfera escalofriante estaba creada, sobrecogidos ocupamos nuestros asientos a la espera de “La dama de negro”.
La novela escrita por la inglesa Susan Hill, y adaptada para teatro por Stephen Mallatratt en 1987, lleva el género del terror tan común en el cine, al teatro, constituyéndose “La dama de negro” en una de las obras teatrales más representadas.

La directora Germana Quintana explora las posibilidades que le ofrece el texto, cuyo contenido temático es en esencia la representación de una pieza teatral, lo que se conoce como teatro dentro del teatro, forma lúdica por excelencia, que implica una reflexión y una manipulación de la ilusión.
El suspenso, característica teatral que crea expectativa angustiosa en el espectador, implícito durante toda la obra, es un recurso muy bien manejado por la directora, y haciendo uso de la tecnología moderna de que dispone, estructura escenas terroríficas virtuales muy bien logradas, al punto, que esos elementos parateatrales: luces, música, sonidos y efectos, se convierten en auténticos protagonistas.
La historia se sitúa en la Inglaterra victoriana de finales del siglo XIX, y narra el drama del atormentado abogado Arthur Kipps, interpretado por el actor Exmin Carvajal, quien acude a John Morris, un incrédulo profesor teatral encarnado por Iván García, con el objetivo de aprender el arte de la actuación, y así exorcizar sus fantasmas del pasado, a través de la interpretación de un texto que ha escrito, en el que cuenta los sucesos vividos hace muchos años. El juego teatral inicia traspone los personajes.
El encuentro de ambos da paso al humor negro y sitúa la obra dentro de la comedia dramática. Esta primera escena se extiende, luego paulatinamente la obra da un giro dramático y conocemos los trágicos acontecimientos ocurridos en un pequeño pueblo, y el espíritu enojado y vengativo de la señora Drablow, la dama de negro, -Gianni Paulino- quien deambula dentro de los límites de su mansión rodeada de pantanos.

Las fantasmagóricas apariciones trascienden los muros, se acerca, la sentimos, el efecto es escalofriante. El espíritu de la mujer busca venganza, su hijo le fue arrebatado y luego murió ahogado mientras viajaba en una carreta, al no poder resistir el dolor, se cuelga, pero su espíritu no descansa y cada vez que un adulto lo ve, un niño cercano muere… El abogado Kipps cuenta su experiencia, pero ¿Realmente vio el espíritu?. Vea esta obra y saque sus conclusiones.
La escueta escenografía, sogas alegóricas dos sillas y un baúl que luego por efecto de la ilusión se convierte en tren o carreta, alberga a los personajes produciéndose un juego actoral que evidencia la superación de Exmín Carvajal, y su versatilidad al asumir las diferentes caracterizaciones, siendo su mayor logro el estar a la altura de Iván García, cuya actuación conmovedora se decanta en el soliloquio final.
Las llamadas comedias se suspenso han estado presente en nuestro teatro desde siempre, recordamos al finalizar la década de los cincuenta la encantadora comedia de suspenso y humor negro, “Arsénico y Encaje Antiguo” de Joseph Kesselring, considerada como “comedia perfecta”, y luego, “Llama un inspector” de J. B. Priestley, repuesta por Germana Quintana años después, y así otras tantas. Pero con la obra “La dama de negro” abrimos el camino a la comedia de terror.

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