La decoración del Nueva York de los años 50

La decoración del Nueva York de los años 50

El decorador mexicano Jean Porsche es el dandy del diseño. Sus gafas redondeadas le dan un aspecto de lector infatigable, que se complementa con un “look” impoluto y cuidado al extremo. Su imagen dice mucho de los espacios que es capaz de crear, llenos de sofisticación, pero listos para vivir con comodidad.
A toda luz. Su gusto por la iluminación le lleva a utilizar lámparas de gran tamaño que visten el techo y el resto de la habitación con un golpe de mirada. Un atractivo que marca siempre el espacio central, el salón o comedor, de las viviendas que decora.
Afincado en España, desde hace algunos años Porche se mueve por el mundo en busca de las mejores opciones que den a sus clientes el hogar que más se adapte a sus necesidades y gustos.
Dos ambientes. En esta ocasión realiza una propuesta para Westwing, la firma de decoración “online” que presenta en Casa Decor, un gran salón que evoca la primavera a través de sus colores y texturas.
El espacio se divide en dos ambientes: el primero presidido por una mesa a modo de recibidor llena de flores, libros y objetos; el segundo, el salón donde la mezcla de texturas, colores, y tejidos, y que pretende hacer que la belleza de la geometría de los suelos y techos sea complementada por los tejidos con texturas, flores y elementos que permitan hacer de él un lugar para largas tertulias.
El espíritu de la primavera. “He querido reflejar el espíritu en la decoración del Nueva York de los años 50 con reminiscencias de la primavera”, comenta Jean Porsche
Con esa idea, el decorador ha creado un espacio lleno de color, donde ha conseguido mezclar piezas nuevas con antigüedades, combinando también, como en un juego de espejos, diferentes ambientes en función del mobiliario: plateado en el recibidor y verde manzana en el salón.
Una reedición de una lámpara impresionante del italiano Gino Sarfatti corona el espacio de descanso entre los sofás, donde 18 globos conectados dan una luz cálida y atractiva, y en el que se hace gala de la sencillez.
El verde es el tono que predomina, en una combinación con los blancos “que nos inspira felicidad”.
Usa textiles que incorporan reminiscencias de la interiorista estadounidense Dorothy Draper, una mujer que rompió moldes en la alta sociedad de mediados del siglo XX, con mezclas pioneras, convencida de que los colores nos hacen sentir más felices, para lo que arriesgó con combinaciones cromáticas hasta entonces no exploradas.
Telas y detalles. Un lujo textil que Porsche asegura que introduce “el ‘upper east side’ de Nueva York mezclado con la tradición y el clasicismo castizo del Madrid noble y aristocrático de Chamberí”, explica.
El capitoné de los sofás, antigüedades y grandes librerías, tienen como soporte el dibujo geométrico de la alfombra central, elegante y generosa en el espacio, donde dos cómodas en madera sostienen decoraciones tan variadas como jarrones chinos y dientes de algún pez de afilados perfiles.
Pero si de animales se trata, sorprende la colección de cabezas de pavos reales que, de dos en dos, rosas y azules, visten una de las paredes, imágenes generosas que invitan a imaginar el rico pelaje de los animales a los que representan.
Nada más entrar al salón también llama la atención, de frente, la fotografía de Slim Aarons, habitual retratista de la alta sociedad y de las celebridades europeas y americanas hasta finales de los 70, que evoca épocas pasadas con mármol y piscina lista para zambullirse, donde el lujo era lo habitual y la sofisticación era un sinónimo de saber vivir.

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