Quién se ha resistido a comprar algún complemento para el hogar durante un viaje? Desde el sencillo y recurrente imán para la nevera que nos recuerde dónde estuvimos, pasando por una alfombra kilim turca, una cerámica de Portugal, una máscara en Venecia, un tapiz de Guatemala, cualquier elemento diferenciador del lugar donde nos encontremos nos ayuda a conseguir una vivienda marcada por las experiencias.
Miles de hogares no han podido evitar tener la imagen de la Torre Eiffel de París o de la Estatua de la Libertad de Nueva York o la matricula desvencijada de una ciudad querida en un marco.
La decoración se multiplica más allá de lo puramente necesario con elementos que forman parte de nuestra vida y nuestros viajes. Además de las “herencias” familiares, esos recuerdos siempre irán con nosotros y de manera silenciosa nos acompañan cada día.
Valor sentimental. Un estudio de la firma de pinturas Bruguer revela que el valor sentimental de un objeto es algo de suma importancia y Ramón Alonso, especialista de color de la firma, advierte de “que la prioridad a la hora de decorar es la de crear recuerdos inolvidables a partir de nuestras experiencias”, una razón por la que señala que la tendencia de Bruguer para 2017 es intentar estimular nuestros sentidos con “tejidos suaves, paredes con texturas, aromas agradables y música” para que permanezca en la memoria.
La playa suele ser un lugar recurrente del que traer algún recuerdo. Esa arena sobre la que descansamos y nos brindó momentos de ‘relax’ durante las vacaciones es uno de los detalles que suelen viajar en un frasco para luego poder verter en un jarrón transparente. Una estupenda idea sobre la que poner un detalle de conchas, que nos recordará el verano.
Para aquellos que se embarcan por primera vez, un ancla suele ser el elemento fetiche para una pared o un detalle para el baño, para que el agua siga estando cerca y la evocación de las olas siga presente, incluso con su sonido.
Para no olvidar. Un viaje a Túnez o Portugal nos ayudará a decorar con excelente cerámica cualquier mesa. Platos, cuencos, ensaladeras y cerámica para la pared son complementos a cuyo atractivo es difícil sustraerse para utilizar en el día a día.
Para los amantes de las plantas, no hay duda que ir al desierto puede ser una inspiración para decorar a nuestro regreso con cactus, plantas fáciles de cuidar y que aportan un elemento más de vida a un espacio.
Unas ramas secas recogidas durante un paseo o piedras de un arroyo que se transforman en pisapapeles son algunas de las opciones más ‘naturales’.
Recuerdos de familia. Si hay algo que pase de generación en generación son las vajillas, cristalería y cuberterías, aunque no siempre pasan a formar parte del día a día de la mesa, una razón por la que su uso se alarga en el tiempo.
Sin embargo, combinar algunos complementos, como ensaladeras, platos, algunos vasos o copas de distinto menaje es una opción muy válida para intercalar presente y pasado y conseguir que todas las experiencias y buenos recuerdos de nuestra vida se unan.