Más que notable fue el comportamiento de la economía en 2016. Pero muy mala la distribución de la riqueza adicional que se creó. No aumentó el salario del trabajador a pesar de que en término real se deteriora desde el 2000.
Nuestra economía creció más que ninguna otra en Latinoamérica, alrededor de 6.5%, explicado por los aportes del consumo y la inversión. Nula fue la contribución del sector externo, lo que, sin embargo, implicó mejora respecto al 2015, cuando fue negativo el aporte al crecimiento del PIB.
Con el aumento de la entrada neta de capitales del exterior se pagaron las importaciones y demás compromisos, el Banco Central acumuló reservas internacionales netas por alrededor de US$500 millones y la tasa de cambio se devaluó solo 2.53%, el precio del dólar pasó de RD$45.55 a RD$46.71. Es decir, menos que lo planteado en el presupuesto público de 2016, se esperaba una devaluación de 3.8% y que el dólar terminara en RD$47.21.
Temprano en el año, el gobierno debe impulsar los cambios estructurales que está demandando la economía. Para mejorar el salario real del trabajador, porque no puede continuar el evidente deterioro de la distribución de ingreso y aumento de la pobreza. Para el pacto eléctrico garantizando, no solo alivio del presupuesto público con la liberación de fondos que se usan para subsidiar, sino que con certidumbre de rendimiento el sector privado aumente sus inversiones en nuevas plantas generadoras de electricidad.
Y para la reforma fiscal, acordando una senda de reducción del déficit del presupuesto y desmonte de la deuda pública. Que aumente la recaudación basada en impuestos, sin elevar los tramos, porque no se puede perjudicar el consumo de las familias y la economía de las empresas. Suprimiendo desgravaciones. Lo recomienda la Cepal cuando plantea, para mejorar los indicadores de redistribución de la riqueza, dar pasos hacia una tributación más progresiva, considerando la baja recaudación que prevalece.
Reformas estructurales que, además, son pre-condiciones para el balance de la macroeconomía y el crecimiento del PIB de este año de 5.5%, situado por debajo del promedio desde 2012, del de 2016 y el potencial. Objetivo que, sin embargo, por varios motivos considero prudente. Uno, se está apretando el acceso a la financiación externa y con esa fuente se aprobó cubrir el 62% de la brecha del presupuesto. La Fed aumentará los intereses varias veces este año, no cometerá el error de cálculo de los años 70, cuando se fió y no los subió, recalentándose la economía. El frenazo monetario que luego dio generó la profunda recesión que registra la historia.
Dos, nadie sabe cómo viene Trump. La impresión es que está perdido con su contradictorio “Trumpeconomics”, que no tiene ni pie ni cabeza. Un verdadero salto al vacío. Y Tres, el petróleo, si aumenta como pretende la OPEC, afectará el deficitario presupuesto público, la demanda interna y el crecimiento del PIB. El “Intermedio de Texas” que usamos como referencia, cerró el viernes en 53.72 dólares el barril, un avance de 45% desde 31 dólares en diciembre de 2015. Supera los 48.50 dólares que el gobierno utilizó para elaborar el presupuesto de este año.
Es decir, muchos son los retos del 2017.