La erosión en las carreteras del Suroeste

La erosión en las carreteras del Suroeste

Hace varias semanas, aprovechando una pausa de las lluvias, recorrimos el Suroeste, viaje científico que siempre se transforma en viaje de observación y de reflexión sobre la vida de la gente, las obras que se hacen o no, las novedades que ya no lo son: siempre nuevas granceras. Los paisajes del Suroeste son variados, contrario a las creencias populares, no se puede hablar de un paisaje sino de diversos paisajes, así pues, no existe un Suroeste, son varios pero el paisaje que prevalece en el subconsciente nacional es el que se conforma por la combinación de varios factores geográficos (lo que resta romanticismo a mi descripción pero que siempre hay que repetir para no permitir falsas teorías etnocentristas y deterministas): el régimen de las aguas, la deforestación histórica, los suelos y el sol producen un paisaje semi-desértico, que algunos asimilan a desierto y a pobreza. Lo cierto es que entre zonas deshabitadas, ríos sin cauces con excavadoras en su medio y flancos de montañas amenazantes por la erosión, las imágenes que desfilan no autorizan al optimismo: la permanencia en el tiempo, la perdurabilidad del espacio, es como si todo fuera inmóvil. El Sur no carece de agua, el Sur carece de infraestructuras hidráulicas adecuadas y sostenibles. Esos flancos de montañas dibujados por las filtraciones, las cárcavas, los desprendimientos y montículos de grava fina, o al contrario bloques de roca al pie de esas vertientes, son las pruebas de la presencia de agua. La erosión es evidente, constante y no es combatida. La deforestación de las vertientes es tangible, y no es combatida. Esos procesos inexorables se deben a una perturbación hidrológica en el área y que los geomorfólogos deberían haber estudiado desde tiempo atrás. Esos lentos y acusadores procesos de erosión denotan una falta de política de conservación de suelos, de reforestación de laderas semiáridas y de obras sostenibles. Sin embargo, una intervención del Ministerio de Obras Públicas en la zona, nos llama la atención y a reflexión. Vimos cómo la carretera es ampliada según las mismas modalidades de cortes de montañas, en otro tramo vimos como los taludes fueron escalonados sin reforestación y en otros tramos, cómo las pendientes fueron revestidas de una fina capa de cemento con algún drenaje visible pero también vimos, cómo ese mismo revestimiento, recién puesto, se derrumbó por las recientes lluvias y cómo se volvió a colocar, sin reparo ni estudio. Nos preguntamos ¿dónde están los estudios de geomorfología? ¿es la solución adecuada para combatir esos procesos revestir las pendientes de una capa de cemento? ¿Es útil ese procedimiento? ¿Es sostenible? No dejamos de pensar en cambio climático, pero no observamos cambios en las prácticas de construcción que deberían cuestionar las formas tradicionales de hacer carreteras y cortar montañas, de crear vertientes sin vegetación y no prevenir los derrumbes y desprendimientos, no vemos prácticas nuevas de conservación de suelos, capaces de retener esos derrumbes que no dejan de ser constantes en todas las carreteras del país.

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