“La fragua del sentido”, Bruno Rosario Candelier; gracias

“La fragua del sentido”, Bruno Rosario Candelier; gracias

”La fragua del sentido”, la lengua en el desarrollo cultural, es una de las últimas obras del fecundo pensador dominicano Don Bruno Rosario Candelier, quien es Director de la Academia Dominicana de la Lengua y miembro correspondiente de la Academia Española, prolífico escritor, gestor cultural, en fin, de esos hombres que han hecho reales aportes al país. Me honro con su amistad y la de sus hijos. No sé hasta dónde el poder del pensamiento y de las palabras tiene la capacidad de hacer que las cosas sucedan, será pura “coincidencia” o es la manifestación de alguna forma de energía cósmica. Estuve revisando ese libro, que lo considero uno de los aportes más completos sobre el lenguaje en nuestro medio, ya que enfoca lo biológico y lo filosófico. Investigando estaba acerca del lenguaje para una conferencia y coicidencialmente recibo un correo de parte de don Bruno que ustedes leerán al final.

Me hizo reflexionar sobre esta columna dominical de varios años, gracias a la benevolencia de Don Bienvenido Álvarez Vega. Pensé en las razones que me motivan a mantener este “conversatorio” es en verdad una compleja mixtura de sentimientos que al principio se podían contener. Hoy es realmente una impulsiva acción de sentimientos motivantes a comunicarme, interactuar, investigar, a educar, como el teólogo en busca de Dios, como el artista en persecución de la belleza, como el guerrero siempre en pos de pelea, como el técnico ensayando pacientemente sus mecanismos de perfeccionamiento, como el político midiendo la estrategia de sus actos. El escritor es un eterno aprendiz, un caminante sin retorno. El que escribe se asume con responsabilidad, muy felizmente tiene admiradores y también críticos y sus zoilos, de eso trata la dialéctica del convivir. Viniendo estos juicios de don Bruno, hombre superior en términos de sus aportes ciudadanos, nuestro propio contendor interno se llena de humildad y le agradecemos sobremanera sus generosos juicios, cito su correo.

“Estimado escritor y amigo: Suelo leer con particular atención sus interesantes artículos publicados en la edición dominical del periódico Hoy, en los que de manera edificante y comprensible, usted explaya conceptos vinculados al arte del buen vivir, enfocados desde una actitud humanizada bajo la perspectiva neurológica de su especialidad. Con esta nota de reconocimiento y felicitación, quiero reiterarle mi admiración y decirle que su artículo sobre la mansedumbre, de este domingo 22 de diciembre de 2013, con el título “Las neuronas en espejo”, no solo revela la dimensión humanizante de sus concepciones intelectuales, morales, científicas y espirituales, sino que enseñan principios y pautas de convivencia y sabiduría para encauzar las relaciones interactivas con nuestros semejantes. El siguiente párrafo de su edificante y luminoso mensaje es digno de colocarlo en el frontispicio de un salón de reunión o de una sala de estudio: “La práctica de la mansedumbre no es falta de fortaleza interior o ser pusilánime; muy por el contrario, necesita ser usted muy superior para poder manejarse adecuadamente con sus impulsos personales. En verdad es una forma de vivir con sabiduría, permite aquietar nuestros rudos empellones interiores y controlar nuestras reacciones hacia el exterior para encauzar nuestras conductas interpersonales, logrando siempre una respetuosa convivencia social”. Al expresarle mis afectos, reciba mi cordial salutación. Bruno Rosario Candelier”. ¡Humildemente, doy las gracias del alma!

 

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