Los historiadores (algunos) sostienen que nunca hubo más orden en la frontera dominico-haitiana, que cuando el generalísimo Rafael Leónidas Trujillo Molina ordenó la operación denominada “El Chapeo”, o más humanamente, la dominicanización de la frontera en el año 1937
En este momento los pueblos fronterizos sienten el temor de ser arrasados por una incontrolable invasión pacífica indiscriminada de haitianos. Hace unos días una avalancha de haitianos penetró a Comendador ante las miradas cómplices de las autoridades.
El ministro de Defensa, teniente general Rubén Paulino Sem, se vanagloria de la vigilancia y el fortalecimiento, según él, de los puntos de accesos fronterizos, pero es notoria en todo el territorio nacional la presencia de nacionales haitianos indocumentados.
Los datos históricos refieren que el orden en la frontera se mantuvo hasta 1961, o sea, hasta el ajusticiamiento del tirano Rafael Trujillo y que de 1980 hasta el presente, la penetración haitiana ha ido in crescendo.
En los años que gobernó el presidente Joaquín Balaguer, de 1966-1978, los braceros haitianos eran traídos para el corte de la caña a los ingenios del Consejo Estatal del Azúcar, sin embargo, finalizada la zafra del CEA, estos braseros eran devueltos a su país, ya que eran llevados a la frontera en los camiones Mack, denominados Catarey, aunque muchos de ellos fueron quedándose en los bateyes.
Hoy la República Dominicana está abarrotada de haitianos por doquier, incluso, quitándoles puestos de empleos a los dominicanos en los centros turísticos como Bávaro y Punta Cana, en la provincia La Altagracia, así como en los hoteles de Puerto Plata. Igualmente, en las construcciones tanto públicas como privadas.
Lo peor es, que esa migración ilegal es utilizada por las propias autoridades.