“Tan cierto como que Dios es nuestro Padre,
lo es también que Él es nuestra Madre”
Juliana de Norwich
La escritora Rebeca Miller, hija de Arthur Miller, una vez se preguntó: “¿Hasta qué punto nos lanzamos nosotros a la vida, y hasta cuál somos arrojados a ella por nuestras biografías personales, por nuestras infancias, por las cosas que han sucedido antes? El otro día, llegó a la consulta una mulata de cuerpo gracioso y bien proporcionado. Llevaba la cabeza cubierta de una mata de rizos que iban en todas las direcciones.
Lo que más llamaba la atención de esta mujer era una amplia boca de carnosos labios,que no paraba de pronunciar palabras de forma desenfrenada, como si tuviera la urgente necesidad de expresarse. Hizo la cita para ver qué hacia que no pudiera aprovechar sus múltiples talentos. Aunque había tenido éxitos considerables, con el tiempo no los sostenía.
Como una niña pequeña que sujeta una pesada carga, sus realizaciones terminaban cayendo aparatosamente de sus manos, en vez de llegar a su destino. Reconociendo las gracias que poseía, no lograba explicarse como siendo inteligente, creativa, luchadora, decidida, y sociable, sus esfuerzos terminaban en un lugar tan distinto al que deseaba.
La escritora de mitología celta, neochamanismo y magia ceremonial Caitlin Matthewsdijo: “Recuerda que la imaginación es una facultad del alma, y que cuando nos sugiere nuevas sendas nos está invitando a explorer el territorio del alma de unas maneras que sin duda nos cambian y nos encantan de nuevo.Inicié la búsqueda a través de una constelación familiar, una vía para que las historias del alma puedan ser representadas.
Rápidamente, el campo mostró que no había fuerzas suficientes para seguir adelante, y el movimiento derivó en un ritual sistémico, un modo que nos permite llegar al origen de nuestra pérdida de conexión con la vida. Ante el asombro de la clienta, nos encontramos con el dolor de sus ancestras esclavas. ¡La causa de su falta de merecimiento! El ritual fue el vehículo para remontamos varios siglos atrás, donde las victimas y los victimarios tejieron juntos una dolorosa historia.
La falta de merecimiento se caracteriza por la falta de fuerzas para sostener lo que deseamos.Hicimos un túnel de ancestros. De un lado, los que fueron perpetrados por los conquistadores, y del otro, los que llegaron a estas tierras para tomarlas junto a todo lo que se encontraba en ellas. Al final, colocamos un representante para el éxito que ella deseaba.
Cada vez que expresamos algo inferior a la abundancia, estamos mostrando nuestro sentimiento de no ser merecedores. Muchas veces, nuestro sistema de creencias alimenta el sentirnos así. ¿Cuáles son las ideas que tienes acerca de lo deseas tener? Por ejemplo, si la creencia que descansa en tu inconsciente es que las personas adineradas son egoístas, miserables o despóticas, inconscientemente no querrás llegar a ser alguien así.
En ocasiones, la falta de merecimiento tiene su origen en deseos “prestados”, que no están alineados con los deseos auténticos del alma, por lo que siempre haremos o dejaremos de hacer “alguna cosa” para que no se materialice lo que buscamos.
Otras veces, el “fracaso” de nuestros sueños está sustentado en la lealtad familiar, un sentimiento inconsciente que nos hace sentir que no tenemos derecho a lograr lo que nuestros seres queridos no han conseguido, o lo que les causó un gran dolor. De modo inconsciente, creemos que si tenemos lo que nuestros parientes no alcanzaron los estamos traicionando, y ¿quién querría ser renegado?
¿Has sentido que tus fuerzas se agotan por el es fuerzo que haces para conseguir algo? La falta de merecimiento es una actitud que se produce de forma inconsciente, y nada tiene que ver el potencial, los talentos o las cualidades de la persona. Al cabode un tiempo, la clienta pudo detener la verborrea para conectar con el dolor escondido en su corazón, el cual usaba para nutrir de modo ciego su falta de fuerzas.
Pregúntate, ¿Qué es eso que defiendes?¿Tu libertad, tu familia, tu trabajo? La respuesta suele dar una pista importante del enredo sistémico que no te permite avanzar. En el caso de mi clienta, su deseo de libertad, su necesidad de expresarse y su frustración por no poder “usar” sus talentos, fueron las señales que nos guiaron al origen de la pérdida de fuerza en su sistema.
Sentirnos merecedores de todo lo bueno que la vida nos ofrece, supone estar conectados o alineados con quienes realmente somos. Pero, ¿qué pasa cuándo la historia ha sido demasiado dolorosa o difícil? Con frecuencia la respuesta que damos para sobrevivir, es una des conexión de todo lo que nos pueda vincular con el evento que nos hizo sentir indignos.
Usualmente, esto va acompañado de un sentimiento de culpa que sostiene la creencia de que si no somos o tenemos algo, es porque hay algo que está mal en nosotros. Esta actitud es sostenida por el inconsciente colectivo que reune el sentir y pensar de todos los que han vivido algo parecido. Solamente podemos tener aquello que creemos merecer. Sentirnos merecedores es fundamental para crear de forma intencionada.
En todas las familias existen historias de víctimas y victimarios, que nos pueden llevar a creer que somos indignos para disfrutar una buena vida. Cuando hacemos esto, nos colocamos por encima del poder que permite que todo lo que es sea. Volver el rostro a los ancestros y creer que algo debió ser diferente nos debilita. En cambio, mirar a nuestros ancestros en la dignidad de sus destinos, nos conecta con un enorme caudal de recursos y fuerzas.
Si puedes desearlo, puedes lograrlo. Si puedes visualizarlo, lo mereces y ¡puedes tenerlo! Cada buen deseo del corazón en realidad es un deseo del Ser Divino que nos dice: “Ya esto está listo para ti”. La verdad es que somos una unidad con el próspero poder del Universo. ¿Podrías descansar confiadamente en las manos del Creador?