La in Justicia

La in Justicia

Bonaparte Gautreaux Piñeyro

La acusación de un grupo de ciudadanos por el caso Odebretch merece una reflexión. Vivimos dentro de una farsa peligrosa para el ejercicio de las libertades individuales, el derecho a la justa fama, bajo un régimen en el cual sólo es segura la inseguridad, el abuso, la arbitrariedad, administrada por hombres cuyo sentido moral es inexistente.
Cuando el oro y la fortuna son el sistema de medidas sobre la conducta, la búsqueda de riquezas no tiene límites físicos, éticos, la decencia se pierde y los ejemplos que se ofrecen a la comunidad son los de quienes exhiben, de manera desvergonzada, los dineros adquiridos de cualquier manera, sin importar la ley, la moral y las buenas costumbres.
Si para muestra basta un botón les ofrezco dos: la compra de los aviones brasileños Tucano, y los dineros entregados por la firma, brasileña también , Odebretch.
Independiente de que se trata de operaciones dolosas con firmas brasileñas, es de destacar que, en ambos casos la acción pública fue motorizada por el Gobierno de los Estados Unidos, lo que significa que aquí no hay funcionarios judiciales que velen por el buen Gobierno, por la pulcritud en el manejo de los fondos públicos.
Salvo que no se tratara de una red de corrupción tan grande que involucrara autoridades judiciales, del Congreso Nacional, de la Contraloría General de la Nación, de la Cámara de Cuentas, es inexplicable e inaceptable que sean autoridades extranjeras las que motoricen la persecución judicial en la República Dominicana. Ello permite pensar, sin ser ningún adivino, que la corrupción está metida en los tuétanos de la administración pública.
Uno de los principales problemas para la convivencia, es la falta de un sistema judicial decente, honesto, justo, un régimen donde exista un ejercicio moral, legal, imparcial y constitucional, en la administración de las leyes. De eso carecemos y de ahí se derivan incontables e incontados inconvenientes.
Si no hay justicia la nación está a expensas de que cualquier funcionario del Poder Judicial: procurador fiscal, juez de cualquier nivel, acuse, encarcele, condene inocentes y absuelva culpables.
Deja dicho, que las reglas de juego actuales indican que sólo si los Estados Unidos “descubren” un acto de corrupción, la in Justicia dominicana se anima a cumplir con el mandato que juraron defender: la aplicación irrestricta de la Constitución y las leyes.
De paso, la in Justicia dominicana, de cualquier nivel, atropella el derecho a la justa fama de cualquier ciudadano sin que haya consecuencias por ese abuso.
Tenemos pendiente sobre nosotros la mano impiadosa de funcionarios, civiles y uniformados, que pueden hacer con cada cual lo que les venga en ganas. Así, andamos muy mal.

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