La gran crisis económica y financiera que se inició a finales de 2007 dejó al descubierto enormes déficits fiscales y niveles críticos de endeudamiento en las naciones europeas. Esta situación las obligó a implementar un drástico plan de reducción de gastos y aumentos de impuestos. Los Estados Unidos y Japón tienen grandes déficits fiscales y altos niveles de endeudamientos. Pero ambas naciones poseen dos grandes ventajas:

– El 94% de la deuda japonesa está en manos de sus ciudadanos.

– El dólar es la moneda-reserva del mundo, permitiéndoles imprimir su moneda como mejor le favorezca.

Hay un enorme obstáculo para que las medidas de austeridad funcionen y que el crecimiento mundial, actualmente apenas 3%, llegue al nivel histórico de 4.5%. ¿Cuál es el obstáculo? Los países asiáticos y Alemania tienen un modelo económico basado en un consumo bajo y un ahorro extraordinario, e invierten masivamente para aumentar la productividad y fortalecer a las industrias dedicadas a las exportaciones. Resultados de esa política:

– Un explosivo aumento en la balanza de saldos corrientes (instrumento que mide el intercambio mundial de bienes y servicios) de Asia y de Alemania.  Alemania es un claro ejemplo de esta situación. Sus masivas inversiones en la industria para la exportación aumentaron, substancialmente, reduciendo el salario real (que es el salario neto de inflación) en 5.8% del 1998 al 2008. Pero éste  aumentó 9% en Francia y entre 15 y 20% en los países del sur de la Euro Zona durante esa década. Alemania, que en el 1998 exportaba 45% de todas las exportaciones a la Zona Euro, para el 2008 esta cifra se acercaba a 60%. En contraste, los otros 15 países juntos sólo exportaban 40%. Japón, China y Alemania tienen una balanza de saldos corrientes anual positiva de 610,000 a 700,000 millones de dólares y al sumárseles los saldos corrientes de los otros países asiáticos se acerca a 850,000 millones de dólares.

– Como consecuencia de esta situación, hay un incremento exponencial en las reservas mundiales que tienen Asia y Alemania, y la proporción sigue creciendo cada año. Ya para el 2009, sólo las reservas asiáticas constituían el 51% de las reservas mundiales.

El consumo frenético de 2000 al 2008 de las naciones desarrolladas se sustentó en:

– La decisión de los asiáticos de prestar sus excedentes en reservas a las naciones desarrolladas para que éstas les compren sus productos.

– La burbuja inmobiliaria, que se rompió en 2008, produjo en los consumidores una ilusión de riqueza, impulsándolos a tomar dinero prestado usando la vivienda como colateral.

– El error de los bancos centrales consistió en mantener los intereses ultra bajos, lo que impulsó de una manera descontrolada el consumo.

Es evidente, como consecuencia del enorme nivel de endeudamiento de los gobiernos y de los consumidores, que este modelo es insostenible más allá de 3 a 5 años.

Desafortunadamente, no se observan cambios algunos. Alemania, supuesta a aumentar el consumo, moderando el ahorro y la inversión, está haciendo todo lo contrario. Implementa un drástico plan de austeridad que aumenta los impuestos y reduce los gastos del gobierno; medida que, inevitablemente, reducirá el consumo; y reduciría su deuda de 80.4% a 20.1% de su PBI en apenas cinco años. La China se ha limitado a promesas de instaurar, para el 2015, un plan de pensiones y uno de salud. Se esperaba una fuerte reevaluación de su moneda; el yuan, subvaluado de un 20 a 25%; lo que aumentarían las importaciones y disminuirían las exportaciones chinas.

Esta situación augura lo siguiente:

– Un aumento importante en las tensiones anti-globalizantes.

– El proceso de realineamiento no se está ejecutando de manera dirigida y ordenada. Y de continuar así, el mercado lo hará con consecuencias adversas para la economía mundial.

En suma, operamos, desde el punto de vista económico, en situación parecida a la descrita por el Dr. John Allen Polson, brillante matemático, de la Universidad de Temple, cuando describió un modelo matemático inestable con estas palabras:

“La más grande incertidumbre

 es la misma certidumbre.

Aprender a gerenciar la inseguridad

es la única forma de garantizar la seguridad”.