La isla del Dr. Rosario

La isla del Dr. Rosario

Claudio Acosta.

No es la primera vez que resuena la queja en los predios de la Junta Central Electoral, un organismo colegiado donde se supone que no hay espacio para las decisiones unipersonales, aunque su presidente se llame Roberto Rosario Márquez. El doctor Eddy Olivares, uno de sus miembros titulares, acaba de hacer pública un carta que le remitió al doctor Rosario, en la que cuestiona que el pasado día 17 se reuniera con los delegados de los partidos políticos al margen del pleno, violentando la institucionalidad del organismo electoral. Con ese encuentro, dice Olivares, Rosario Márquez irrespetó el artículo 8 de la Ley Electoral, que establece que la JCE no puede constituirse en sesión ni deliberar sin que se encuentren presentes sus miembros titulares o suplentes, y sin que haya constancia de que han sido debidamente convocados los delegados de los partidos reconocidos. Y advierte que el presidencialismo extremo conque se pretende suplantar al pleno afecta su credibilidad. Olivares cree, y así lo expresa en su carta, que lo que acaba de ocurrir es razón más que suficiente para determinar, con tiempo, si la administración de unas elecciones tan complejas como las del 2016 estará en manos de la JCE o de su todopoderoso presidente. Pienso que las inquietudes y preocupaciones de Olivares no solo son válidas sino que deberían también disparar las alarmas de los partidos, los más interesados, por razones obvias, en que las cosas se hagan por el librito. En cuanto al doctor Rosario Márquez es poco probable que, a estas alturas, alguien lo convenza de cambiar su naturaleza, pero de cuando en cuando conviene que alguien le recuerde, como acaba de hacer Olivares con su carta, que la JCE no es su isla privada, donde puede hacer y deshacer a su antojo.

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