La JCE no pudo estrenar pantalones largos

La JCE no pudo estrenar pantalones largos

El pasado jueves la Junta Central Electoral le entregó a los triunfadores de las elecciones de mayo 15 sus certificados de elección en ceremonias de acuerdo al nivel de elección. Con la ceremonia se cierra por ahora un tormentoso proceso que los perdedores perturbaron de mala manera y los triunfadores callaron las trampas utilizadas para lograr sus metas.
Con el éxito alcanzado por la demostración cívica que dio el votante dominicano el pasado 15 de mayo, se pudo haber pensado que la Junta Central Electoral se iba a poner los pantalones largos de la capacidad y credibilidad. Pero la realidad fue otra y el tollo y los tormentos brotaron desde el mismo 15 de mayo en la mañana.
La JCE llevó a cabo una ardua y tesonera labor de organizar unas elecciones tan complejas y costosas con el uso de tres boletas, a lo cual no estaba acostumbrado el elector. Pero el experimento fracasó y máxime cuando casi todo estaba computarizado, que hubiese permitido conocer sin lugar a dudas los resultados a las pocas horas de concluir el proceso. El conteo manual se impuso por las presiones de los políticos perdedores. Buscaban desacreditar las elecciones, con todo el conteo manual impuesto a última hora por el pataleo de la oposición..
La carta de ruta, para llevar a cabo la organización y preparativo del evento del domingo 15 de mayo, estuvo colmada de incidentes que se fueron resolviendo sobre la marcha. Además hubo una ardua labor de cedulación por varios años para la captación de los datos biométricos de los dominicanos para luego los partidos aceptar los datos consignados en el padrón que se utilizó en las elecciones. Gracias a esos datos se pudo confeccionar un padrón confiable y útil. No tan solo para las elecciones.
Pese a la guerrilla interna que afecta a los cinco miembros de la JCE, la institucionalidad no sufrió percances. Sorteando y navegando en ese mar proceloso de los egocentrismos de los miembros, se quiso celebrar el más organizado y automatizado evento electoral desde 1962. Nos libramos del dedo entintado.
Ahora la JCE, con todos sus equipos modernos adquiridos a un costo muy elevado y saludables comisiones que brindan las tecnologías más avanzadas, estaba en condiciones de ofrecerle un gran servicio al país para llevar orden a todo el proceso de registro e inscripción de las novedades humanas. Desde los nacimientos hasta los fallecimientos están computarizados.
Además, con la implementación de la nueva cédula, se ha logrado que tantos errores frecuentes en las actas de nacimiento, se han ido corrigiendo. Es una tarea tediosa y devoradora de tiempo y dinero para corregir esos errores, pero los ciudadanos se tranquilizan por la rapidez para resolverlos por nombres mal escritos y a veces sin indicar el lugar del nacimiento. Todo eso ha permitido dotar a la ciudadanía de un documento útil para todas las actividades que se llevan a cabo en la vida de un ciudadano común y corriente.
Ya es cosa del pasado ver las oficinas de la JCE destartaladas. Las modernas instalaciones físicas de sus oficinas por todo el país ofrecen otro aspecto que invita a acudir a las mismas para llevar a cabo la necesidad del usuario. Ahora la demanda y asistencia masiva del público es muy notable viendo estas oficinas abarrotadas de ciudadanos en la búsqueda de sus documentos y que los mismos se obtienen en pocas horas
El sistema electoral dominicano implementado por la JCE funcionó. Pero los políticos no lo creyeron así y se armó la de Troya con las violentas reacciones de los perdedores. Esto será motivo de estudios imparciales y pese a la elevada inversión realizada, así como la elevada abstención, el esfuerzo valió la pena. La JCE estaba en condiciones de ofrecer su vivencia con protestas incluidas y experiencia a otros países que están interesados en modernizar sus sistemas electorales. Esa es la clave para que la democracia se consolide en un país. El caso dominicano reviste vital importancia por lo desigual de los resultados cuando una poderosa y millonaria maquinaria electoral oficialista arrolló a una oposición que mendigaba sus recursos. En consecuencia no pudo llevar a cabo una tarea de atracción de votantes simpatizantes, pese a que la percepción era de que los electores acariciaban la idea de inclinarse por un cambio. Pero todo estuvo preparado para que tal eventualidad no ocurriera. El cambio se impuso en la alcaldía del Distrito Nacional

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