En el año 1911, Robert Michels, entonces militante de la socialdemocracracia alemana, y alumno de Max Weber, escribió su libro “Los Partidos Políticos” en donde analizó el comportamiento de los partidos y sindicatos alemanes, concluyendo con su conocida tesis sobre “La Ley de Hierro de la Oligarquía”. De manera resumida, esta tesis establece que toda organización, a partir de un cierto tamaño, “sustituye los fines por los medios y dedica la mayoría de sus esfuerzos a conservar sus recursos y a reforzar las posiciones de sus dirigentes”.
Para entender mejor la tesis de Michels merece la pena citar varios párrafos de su libro:
“La evolución democrática de los partidos tiene un curso parabólico: con el avance de la organización, la democracia tiende a declinar a medida que la influencia de los líderes aumenta”. (…) “Con la institución del liderazgo comienza, como consecuencia de lo prolongado de la función, la transformación de los líderes en una casta cerrada.” (…) “Cuando en una organización la oligarquía ha alcanzado un estado avanzado de desarrollo, los líderes comienzan a identificar con su persona, no sólo las instituciones partidarias, sino también la propiedad del partido. Este fenómeno es común tanto en el partido como en el Estado.”
Michels concluía que, por una serie de razones, liderazgo y democracia son incompatibles entre sí y que, en un proceso inevitable, el liderazgo se burocratiza y se transforma en una oligarquía.
La historia se ha encargado de confirmar la tesis de Michels. Los partidos se burocratizan, las élites partidarias se separan de la militancia, los partidos se convierten en conservadores y, lo penoso de esa situación, es que ese fenómeno se produce de manera circular a lo largo de toda la historia de la humanidad y no escapa a ninguna organización importante.
Un buen ejemplo lo tenemos en el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), organización que no ha podido evitar caer en la trampa oligárquica. Ya en 2015, para salir de una crisis interna, el liderazgo del partido, actuando como dueño de la organización, se abrogó el derecho a reservarse el grueso de las candidaturas que la organización presentó en las elecciones que se celebraron en 2016, violentando los estatutos del partido. Ahora, de nuevo, el sector que encabeza el ex presidente de la República, Leonel Fernández, al margen de que recientemente se aprobó una ley que establece que la reserva de los partidos no puede superar el 20% de los candidatos, propone repetir lo que se hizo en 2015. Violentar y violar los derechos de las bases del partido a elegir y ser elegido. Y esos son los que dicen defender la Constitución. Frente a todo eso, se impone la adopción de posiciones firmes para salir de la trampa oligárquica en que estamos por las ambiciones de poder.