La lluvia nos da una dura lección

La lluvia nos da una dura lección

Con una medida muy oportuna, el Gobierno declaró varias provincias en estado de emergencia por los daños causados por la lluvia. Miles de familias han sido desplazadas por la destrucción y daños causados por inundaciones que han aislado a muchas comunidades. Hasta el momento solo se tiene cuenta de la pérdida de las vidas de cuatro personas. El Gobierno ha destinado ayuda y equipos hacia Puerto Plata, La Vega, Espaillat, María Trinidad Sánchez y otras zonas, par mitigar el desastre.
La infraestructura vial ha sido seriamente afectada, hasta el punto de que en algunos lugares fueron barridos tramos de carretera. Hay que restablecer el tránsito en esos lugares, pero debe hacerse con soluciones que impidan la repetición de los daños. Es necesario hacer un inventario de los núcleos urbanos más afectados por las crecientes, para adoptar soluciones previsoras.
En algunos lugares, la extracción de materiales de los ríos y la deforestación de sus riberas ha incrementado los riesgos de desbordamiento y peligro para comunidades y vías terrestres. Es hora de que asimilemos las lecciones que nos da la lluvia. Algunos tramos viales han sido destruidos por crecientes de ríos y es preciso que se adopten soluciones previsoras. La ayuda humanitaria tiene que incluir agua potable en abundancia y medios sanitarios para prevenir brotes de enfermedades.

La gallina de los huevos de oro

Hasta que nos tomemos en serio que es necesario diversificar la oferta turística, tenemos que preservar la calidad del turismo de sol y playa que nos ha convertido en un enclave preferido en el Caribe. Y resulta que un estudio encargado por el Ministerio de Turismo detectó que el grave deterioro y la contaminación en 13 playas de cinco provincias pone en riesgo la sostenibilidad de la oferta y la inversión en turismo.
La intervención de esas 13 playas para acondicionarlas y devolverles el esplendor es una necesidad urgente, que no resiste aplazamientos. El alto grado de contaminación de las aguas y otros daños fruto de la práctica humana demuestran que nuestro turismo ha crecido acumulando muchos pasivos que amenazan su sostenibilidad. Como en la fábula infantil, hemos estado matando la gallina de los huevos de oro.

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