Es imposible no verla. Particularmente en una ciudad como Londres, en donde la mayoría de las casas se parecen porque existen regulaciones que tienen el objetivo de mantener la homogeneidad en el estilo de las construcciones residenciales.
Pero en una calle del costoso vecindario de Kensington, en el oeste de la capital británica, hay una residencia de tres pisos que no luce como ninguna en Londres: su fachada fue pintada con rayas horizontales de color blanco y rojo.
La selección de colores –y el estilo- al parecer no obedece a un impulso artístico o una excentricidad de su millonaria dueña, sino a una venganza.
Según reportaron diferentes medios británicos, la propietaria, Zipporah Lisle-Mainwaring, quería demolerla para construir una casa de cinco pisos con todos los lujos que fuera posible incluir, entre ellos, un sótano de dos niveles con una amplia piscina.
Contrataque
Pero sus vecinos se opusieron a la remodelación y presentaron una queja oficial ante las autoridades, tras lo cual, los permisos para llevar adelante la construcción fueron denegados.
Y fue así como una mañana, los vecinos descubrieron con sorpresa que la casa de su vecina –valorada en más de US$20 millones- parecía un caramelo o, para algunos, la carpa de un circo.
«Hay muchas personas molestas con esto, la mayoría odiamos la casa. Creo que es una monstruosidad de muy mal gusto», le dijo al periódico británico The Guardian Saskia Moyle, una estudiante de 18 años que vive con su padre frente a la casa de rayas rojas.
Los abogados de Lisle-Mainwaring, quien tiene 71 años, indicaron que la mujer no se pronunciaría sobre la polémica, de acuerdo al medio británico Daily Mail.