La modernización de la delincuencia

La modernización de la delincuencia

Ya la época en que la Policía tenía que combatir a los delincuentes conocidos por su modus operandi del raterismo, va quedando en el pasado. Ahora la modernidad empuja a los delincuentes a ser más cuidadosos e inteligentes en sus fechorías. Se la ponen difícil a la policía. Por lo tanto la policía ha tenido que modernizarse y especializarse en los delitos electrónicos tan de moda hoy en día.
La planificación del delito por parte de los delincuentes es para evitar ser atrapados casi de inmediato. La práctica policial, y que todavía persiste, era la rapidez conque la policía ubicaba a los malhechores obligándolos a entregarse, o llevárselos de encuentro en un intercambio de disparos en caso de necesidad con el visto bueno superior.
Cada vez que ocurría un asalto de gran impacto social, en especial los asaltos a los bancos, siempre la policía, por la forma como ubicaba a los delincuentes, parecía que ya los tenía preclasificados. En pocas horas daban detalles del hecho. Por lo general pocas veces aparecían los valores hurtados o ya mermados.
El aumento de la población, así como las condiciones precarias de pobreza en que se desenvuelven las familias desbordadas por una tasa de natalidad imparable, obliga a que los niveles de formación sean cada vez más precarios. Por tanto más seres humanos son lanzados a las calles a delinquir, ya que es la única educación que han recibido en sus inexistentes hogares.
Los anillos de pobreza en torno a las ciudades presionan con el lanzamiento a las calles de generaciones de jóvenes, cuyo único método para sobrevivir es dedicarse a agredir a los demás con el fin de quitarle lo que les ayudaría a ellos a sostenerse. Y cada vez han ido mejorando los métodos, y por efecto demostración, más jóvenes se sumergen en ese submundo del delito, estimulados por lo que ven en la televisión.
Las familias se están desintegrando, y tal cosa, ahora en el siglo XXI, ya es un gran dolor de cabeza. Las instituciones que conscientes del problema ya no saben qué hacer. Las Iglesias cristianas han fracasado en sus programas de asistencia moral y cívica. Y esto debido a que se ven los malos ejemplos de los dirigentes de esos organismos que desalienta para tener confianza y creyentes en sus prédicas.
El planeta, con el avance de las comunicaciones a nivel mundial, se ha ido encogiendo, por lo que todas las naciones tienen una interrelación entre sí de manera que ya no constituyen islas. Estamos arropados por una sofisticada red de control de conductas y acciones en que se deja poco para la privacidad de cada individuo. Es como si cada quien estuviera sometido a una vigilancia muy sutil por sistemas de control, increíbles hace tan solo pocos años atrás.
Esa modernidad de las comunicaciones, así como la aparición de artefactos muy avanzados para el exterminio humano, le ha permitido a los antisociales enriquecerse con el negocio de las drogas. Así se mantienen a las alturas de los tiempos para aplastar a los sectores oficiales de represión sin los medios suficientes de hacerle frente a esa avalancha agresiva de los delincuentes.
Los antisociales, que muchos se han preparado intelectualmente o provenientes de sectores educados y estables económicamente, cuentan con más recursos para enfrentar y amedrentar a las autoridades. Y a las familias honestas e indefensas. Estas se encuentra en desventaja ya que tienen un abultado segmento de sus integrantes percibiendo sueldos de miseria. Al ver la ostentación de los delincuentes, en especial los del sector narco, se ilusionan y caen fácilmente en las garras del delito. Por esos los cuerpos del orden y diversos estamentos oficiales están carcomidos por el cáncer de la corrupción. No es arriesgado afirmar que más del 50% sufren de alguna debilidad, dando origen a que esos cuerpos estén maleados. En la policía se cometen cada día y con más frecuencia los delitos más variados, por lo que la dirección policial de asuntos internos no da abasto por las denuncias de mala conducta.
La policía preveía esa modernización del delito y han ido captando para su seno elementos valiosos que enfrentan casi a mano pelada a las más modernas prácticas delictivas. Los recursos son pocos ante una avanzada delincuencial que satura a los sectores sanos de la actual gobernanza del país, que abrumada por los delitos, lucha para frenar ese derrotero del despelote cívico.

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