La mujer como un objeto sexual

La mujer como un objeto sexual

Soraya Lara de Mármol

Pregunta del lector: ¿Cree usted que humillan, desvalorizan y presentan a la mujer como un objeto sexual los merengues y otros géneros musicales que la describen como un ser con interés económico, capaz de venderse a quien sea si puede obtener algún beneficio, y una persona mala, entre otros calificativos negativos?

Respuesta de la terapeuta: La repetición de un mensaje a través de cualquier medio se constituye en un mecanismo de fijación mental.

Las canciones recogen sentimientos, creencias y prejuicios de culturas que inciden en la forma de pensar de las personas. Las canciones, generalmente, son composiciones cuyas líricas pueden reflejar sentimientos de dolor o de idealización del amor o el romanticismo que apela al amor sufrido.

En la actualidad, se escuchan canciones cuyas letras reflejan una distorsión de la sexualidad en la pareja, así como violencia sexual, en las que el rol de la mujer es degradado como un objeto de satisfacción para el “macho” que piensa sobre ella como una “cosa” a ser usada.

Es maltrato toda conducta que denigre a cualquier ser humano y, sobre todo, cuando la intención es provocar daño moral. Es una acción que va en detrimento de la mujer.

El moldeamiento de las conductas de la mujer y el hombre ha sido fundamentado en los estereotipos que asignan comportamientos específicos, los cuales se oponen entre sí.

La identidad de la mujer y la del hombre como pareja sexual no se ha escapado de estar influenciada por prejuicios y construcciones culturales que muestran a la mujer como un objeto para la gratificación y el placer sexual del hombre.

Todavía escuchamos en las canciones y observamos en los medios de comunicación a través de la publicidad, comedias y películas, evidencias de estas distorsiones culturales. Los patrones culturales se observan a través de los comportamientos a los que hay que responder para ajustarse a una sociedad que espera que ambos se comporten de la manera esperada. Si se salen del patrón son cuestionados.
Desafortunadamente, no se toma en cuenta el problema social que esto genera a la postre y, peor aún, los conflictos que se generan en una pareja por responder a estos patrones rígidos y obsoletos de la nueva subjetividad de lo femenino y masculino.
Cambiar las creencias que denigran a la mujer es respetar sus derechos a una identidad femenina digna como ser humano.

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