La Nochebuena y los excluidos

La Nochebuena y los excluidos

No debemos pasarlo por alto. La tradición de origen cristiano en la que muchos nos involucramos en la cena de paz y unión que precede a la pascua, hoy 24 de diciembre, es fiesta de buenos consumos y significativo motivo de reunión para muchas familias. Pero es notorio que de las espléndidas mesas queda fuera un gran sector social carente de lo material que hacen posible la gala y el banquete con padres, hijos, hermanos y amigos. Una proporción alta de ciudadanos nunca ve la abundancia. Están atrapados en una condición de pobreza que hubieran superado si la educación pública les legara a tiempo un mejor aprendizaje para la vida productiva. Si el Estado estuviera desde hace tiempo cumpliendo mejor las funciones sustentadoras del desarrollo con equidad para una digna distribución del ingreso; para que cada quien forje su ascenso social como empleado o como dueño de su propio medio en una vida productiva.

La Navidad es tiempo de exaltación al nacimiento del forjador de una era centrada en la justicia y el amor entre todos los miembros de la humanidad, la que si embargo es afectada todavía por la maldad y las guerras aunque de ellas reniegan muchos hombres y mujeres de buena voluntad. La evocación no puede por tanto dejar fuera los pesares que a todos deben causarnos la desigualdad y la exclusión. Brindemos por el éxito colectivo con gente de bien y roguemos por la superación de los graves males sociales.

Al diálogo sin extralimitarse

El Gobierno dominicano merece, y efectivamente está recibiendo, el pleno respaldo de la opinión pública en su propósito de negociar lo que entienda que es negociable, para establecer unas relaciones de respeto mutuo con Haití y para lograr la comprensión y el respaldo de la Comunidad Internacional bien intencionada, para sus legítimos esfuerzos de regular la migración mediante un programa que en su esquema más conocido es de general aceptación.

Ningún país o grupo de países, llámese Caricom o tenga algún otro nombre, puede sentirse en facultad o mérito para extralimitarse con exigencias a la República Dominicana sobre sus políticas migratorias y el ejercicio legítimo de sus poderes, queriendo llevarla más allá de los compromisos de respeto a los derechos humanos que asume la mayoría de los países en el marco de la coexistencia de orden jurídico a que están obligados los Estados.

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