VIENA. La OPEP se reúne este jueves en Viena para tomar su decisión más importante de los últimos años: si reduce su techo de producción para hacer frente a la caída de los precios del crudo o se contenta con mantenerlo.
Sin embargo, los mercados tenían pocas expectativas de una rebaja de la producción y el precio del petróleo seguía cayendo a su nivel más bajo desde 2010.
Las declaraciones la víspera del ministro de Petróleo de Arabia Saudita, Ali al-Naimi, que sugieren que la OPEP mantendrá igual su cuota de producción en 30 millones de barriles diarios (mbd), enfrió las esperanzas de los mercados, sacudidos por la caída de más de un 30% de los precios del barril en cinco meses.
El barril de West Texas Intermediate (WTI o «sweet light crude») para entrega en enero perdía el jueves en Asia 89 centavos, a 72,80 dólares, su nivel más bajo en casi cinco años. El Brent del Mar del Norte, también para suministro en enero, cedía 47 centavos, a 77,28 dólares el barril, en la apertura de los mercados asiáticos.
Las declaraciones de Naimi, el hombre más poderoso en el mundo del petróleo, que se dijo convencido de que «el mercado va a estabilizarse solo», sin necesidad de proceder a recortes, echó un jarró de agua fría en los mercados, persuadidos que el cartel petrolero superó sus divisiones y alcanzó un acuerdo en favor del status quo.
El anuncio de Naimi el miércoles a fines de la tarde de que los cuatro países del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG, que incluye a Kuwait, Arabia Saudita, Catar y los Emiratos Árabes Unidos) habían «alcanzado un consenso» sobre la cuota de producción apoyó esas especulaciones de que la OPEP no tomará medidas, pese a la drástica caída de las cotizaciones.
«Estoy confiado en que la OPEP es capaz de tomar una posición unificada», aseguró Naimi, tras anunciar un primer acuerdo entre algunos de los principales productores de la OPEP. Algunos analistas estiman sin embargo que podría haber sorpresas, y que, con la OPEP, nada es nunca seguro.
A diferencia de las reuniones de los últimos años, ésta ha estado marcada por divisiones, con varios países, como Venezuela, defendiendo a capa y espada un recorte de la producción para frenar la caída de los precios del crudo.
El fuerte retroceso de los precios del barril ha puesto en aprietos a la mayoría de los países de la OPEP, particularmente a Venezuela, Irán, Irak, Ecuador y Nigeria, que para continuar con sus programas sociales y cumplir con los pagos de la deuda, necesitan que el barril vuelva a superar, o al menos rondar, el precio de 100 dólares que ha mantenido desde 2011.
Pero Arabia Saudita, que cuenta con gigantescas reservas en divisas, no se ha hecho al parecer eco de esas preocupaciones. Algunos analistas especulan que el blanco de Naimi es el gas de esquisto, cuya producción ha crecido fuertemente en Estados Unidos, que gracias a eso ha dado grandes pasos hacia la autosuficiencia energética.
Los altos precios del barril han posibilitado la explotación de pozos que precisan técnicas costosas, como la fractura hidráulica (fracking), pero si los precios del crudo continúan su descenso, la producción de esquisto resultaría impactada seriamente, explican esos analistas en Viena.