¿La otra cara del coronel Caamaño?

¿La otra cara del coronel Caamaño?

Para “desmitificar” la figura emblemática de un héroe nacional, o tratar siquiera de disminuirla, se necesita tener aproximadamente la estatura política, moral y patriótica del dios “mitificado”. Que solo es un hombre extraordinario, no exento de debilidades y frustraciones que se desvanecen ante la grandeza de su obra, de su carácter y su destino. En “David, Biografía de un Rey”, Juan Bosch introduce su libro con estas luminosas palabras: “Es normal que en una vida de excepción se encuentren grandes manchas. La vida es el resultado de fuerzas en lucha y no puede causar extrañeza que, de tarde en tarde, las fuerzas peores resulten dominantes.”

Y culmina su obra exaltando la estatura de David ben Isai como “la de muy pocos hombres que encontramos en la historia”.

Bosch estudió a profundidad la vida de Francis Caamaño. Lo escogió para sucederle como Presidente de la República en pie de lucha por su soberanía. Y se comprometió con él en clandestinidad para derrocar el régimen oprobioso del Dr. Balaguer, desligándose de la aventura foquista cuando las circunstancias demandaban otra estrategia para llegar al poder con Francis a la cabeza de su partido como líder militar y político. Aun negara su presencia guerrillera, nunca salió de sus labios una palabra que denostara o disminuyera su grandiosa figura.

Fidel Castro visualizó también el carácter y determinación del Coronel de Abril, su carisma y decisión, semejante al Che Guevara: “No debía impedirle a un revolucionario su decisión de luchar de una manera determinada, arriesgando su propia vida, por el hecho de que de no estar de acuerdo, en ese momento, con esa determinación”, tal lo consigna Narciso Isa Conde en sus “Revelaciones” relacionado estrechamente con Caamaño, gozando de su estima personal a pesar de sus diferencias sobre la estrategia a seguir frente a una situación de hecho y el compromiso histórico y solidario contraído con su pueblo. Hubo encuentros, desencuentros, acuerdos y desacuerdos, maltratos y deserciones. “Había que suponer las enormes dificultades que implicaba la conversión de un oficial del ejército regular en comandante guerrillero de un grupo de revolucionarios civiles de diferentes procedencias y cultura política, una parte con fuerte dosis de dogmas y pugnacidades.”

Fue esa conversión, el radicalismo ideológico que tomo cuerpo en la medida en que Francis se concientizaba fortalecido en el estudio de los males profundos sufridos por nuestros pueblos y sus causas, motivo de la dolorosa separación de sus valiosos compañeros, heroicos combatientes constitucionalistas que, sin dejar de admirar los dones de Francis Caamaño, no podían compartir su trasformación, su nueva ruta. Frente al agravio, los Coroneles Montes Arache y Héctor Lachapelle, con hidalguía, nunca denostaron la grandeza de Caamaño, su Comandante en Jefe.

Y fueron esos valores, su recia personalidad e integridad que tuvo en cuenta el intrépido Coronel Fernández Domínguez para persuadirlo y convencerlo decididamente a honrar a su patria y el uniforme militar puesto al servicio de su pueblo.

Y así entregó su vida. Esa es la única cara histórica de Francisco Alberto Caamaño Deñó. La verdadera. No hay otra. Vano intento tratar de desfigurarla con declaraciones insolentes, aberrantes, acogidas en demasía, sin pudor, en exceso.

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