La palabra

<p>La palabra</p>

VÍCTOR GULÍAS
Desde los tiempos, ya remotos, en que los pactos de caballeros se hacían en base a la palabra y con un pelo del bigote como garantía, a esta parte, es mucho lo que se ha cambiado hasta llegar hoy a una posición devaluada donde se usa la palabra para salir del paso y pocos la honran con estricto apego a lo prometido.

Decir entonces “soy un hombre de palabra” equivalía a certificarse como gente seria, responsable, recta y vertical, cumplidora de sus las correspondientes acciones, donde cumplir lo acordado era cuestión de honor y dignidad.

Mucho ha llovido desde entonces. Ahora, con la crisis existencial, el materialismo salvaje, la desesperada lucha por sobrevivir, el mercurialismo que lo contamina todo y la pérdida de valores éticos, morales y humanos, muchos hablan por hablar, dan su palabra y no la cumplen y devalúan, así, su propia personalidad.

Hay en cambio personas, políticos de profesión, ciudadanos individuales, amigos y gente común que conserva el respeto a lo dicho y el respeto a la palabra empañada. Esos, que son quizá los menos, prestigian con su accionar la sociedad en que viven.

Hay que cumplir la palabra empeñada. Hay que honrar los compromisos. Hay que atender con seriedad los deberes y pensar que no hay nada más hermoso y agradable que ser sincero, saber decir sí cuando se puede y se debe, y aprender a decir no, cuando no se puede o no se debe.

La palabra no es, como dicen muchos, cosa que se lleva el viento. Hay que rescatar el valor de ese instrumento vital de la comunicación. Tenemos que revalorizar lo dicho, ser leal con lo prometido y ver lo positivo de ese cambio de actitud.

Ser un hombre o una mujer de palabra es positivo para la imagen, valioso para la convivencia en sociedad y satisfactorio para uno mismo, pues no hay nada más agradable que el sentimiento del deber cumplido. Anímese, si dio su palabra, cúmplala y verá cómo los demás le cumplen a usted, pues dando es como recibimos y el mejor ejemplo es el que ofrecemos con nuestras acciones.

Pongamos en práctica estas reflexiones. Seamos mejores y veremos cómo el país, la sociedad y el mundo serán a su vez mejores.   

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