Cuando veo pacientes nuevos, aun gente de edad muy adulta y madura no dejo de indagar en la historia clínica sobre dos cosas importantes:
1) La posibilidad de haber sido abusado sexualmente en la niñez o adolescencia por adultos miembros de la familia o de personas allegadas directa o indirectamente, a veces de manera sutil en forma de caricias que invadían su intimidad.
2) El haber perdido el deseo de vivir o haber pensado alguna vez en el pasado o presente en quitarse la vida.
Son dos temas que a muchos profesionales de la Salud Mental le suele dar trabajo indagar, y ambos temas son de capital importancia en cuanto a los problemas que pueda estar teniendo el paciente en su vida en la coyuntura actual que motiva su consulta, y muchas veces le resulta al paciente muy cuesta arriba tocar esos temas. En mi larga experiencia de 45 años tratando pacientes , sobre todo en mis primeros años en que veía también a niños y niñas y a pre-adolescentes, he destapado baúles misteriosos en muchas familias donde se estaba produciendo abuso sexual de parte del tío, del esposo de la tía, del padrastro, de primos mayores, de abuelos, de vecinos de confianza, que una vez descubiertos se produce de inmediato la necesidad de tomar medidas de protección al menor para evitar a toda costa un escándalo que podría destruir la unidad de una familia entera, pues nadie perdona este tipo de cosa. Más fácil se perdona la infidelidad conyugal, a menos que sea con una cuñada o hijastra, o sobrina de la esposa. Si el caso es con un o una menor pudo haber hasta venganza cruenta y división radical de la familia. Cuando se trata de un profesor de natación o de un gimnasio, de un profesor del colegio o de un cura la cosa se puede denunciar y llevarlo a la Justicia como ha sucedido en los últimos 20 o 25 años, aunque esta acción destruya la carrera del violador. Lo que todavía se tapa es lo que sucede en la intimidad familiar. Se instruye al menor o a la menor mantenerse en silencio junto a sus padres, aunque eso suponga mudanza y distanciamiento familiar sin explicación o hasta auto- exilarse el núcleo familiar completo en el extranjero. Esto ha pasado y lo he vivido en la intimidad de mi consulta.
Lo que está en el tapete hoy en día es la pedofilia en la Iglesia católica, como si la pedofilia se hubiera inventado en las sacristías, colegios de internado o en los seminarios. La pedofilia es un trastorno psiquiátrico severo que no es exclusivo de gente soltera ni célibe. La gran mayoría es gente casada que tiene esa tendencia como debilidad psíquica, y se trata de una severa psicopatología del desarrollo psicosexual. En algunos casos ellos mismos fueron víctimas de abuso cuando eran menores. Hay hombres casados pero en sus crisis de saltar la cuerda de la infidelidad prefieren niñas menores, y mientras mejor acceso a ellas por cercanía familiar, mejor! Otros, casados también pero con tendencia bi-sexual prefieren niños varones. Otros todavía más perversos le entran a ambos que estén a su alcance.
En algunos países se ve mucho la producción de videos de adultos con niños y niñas, y entre menores entre sí para alimentar la fantasía perversa de estos adultos que se excitan de manera exquisita con estas imágenes y audios. Hacen un gran negocio con este diabólico negocio. Esto está llegando también a nuestro país como parte de la corrupción y pérdida de valores que estamos viviendo.
Si mis reflexiones se han concentrado en abusadores varones, que quede claro que esta enfermedad no es exclusiva del sexo fuerte. Abuso sexual de menores también existe en mujeres que inician a destiempo a niños y niñas en la vida sexual a través del sexo oral, de caricias y hasta de penetración. Recuerdo el caso de una nana que fue sorprendida por su patrona practicando sexo oral con el pene del bebé, y su explicación fue que esto lo hacía dormirse pronto y lo tranquilizaba. Naturalmente, de inmediato fue despedida.