La permisividad como madre de la corrupción y la impunidad

La permisividad como madre de la corrupción y la impunidad

Teófilo Quico Tabar

Corrupción e impunidad se han convertido en temas de demandas de importantes sectores. Cada día aumenta la preocupación. Hace un par de domingos, la Iglesia Católica patrocinó una marcha por la integración familiar, y el arzobispo Ozoria hizo referencia a ellas. Y con razón, porque entienden que podrían convertirse en flagelos que abarquen y ahoguen a toda la sociedad. Sin embargo, deberíamos aprovechar este período de Adviento y Navidad, para pensar seriamente en la permisividad. Si, en esa actitud de dejar hacer y dejar pasar.
Porque hay permisividad en la mayoría de los sectores. Comenzando por las propias familias con el comportamiento de los padres al permitir que sus hijos lleguen a las horas que les venga en ganas. En la forma de vestir y en sus modales. Con muchos que ni trabajan ni estudian. Que saben o sospechan de sus andanzas, pero lo permiten, entre otras cosas, porque no se sienten con la suficiente capacidad moral para reprenderlos o corregirlos.
Se hacen de la vista gorda para no ver cuando lucen o exhiben cosas materiales que ellos no les proveen, o miran para otro lado bajo el pretexto de que no tienen la capacidad de darles las cosas que ellos necesitan para poder competir en una sociedad materializada.
Padres que se regocijan cuando alguna de sus hijas se engancha con alguien que las provee de cosas materiales, aun sospechando de su mala procedencia e intenciones. Hombres que entienden que cubriéndoles ciertas materialidades o antojos a mujeres, los hace dueños y señores de ellas. Pero mujeres que se dejan engatusar con estas superficialidades. Porque corregir hoy, muchos lo consideran un método arcaico. Pero también hay permisividad en los gobiernos, ya que teniendo los mecanismos para velar y determinar las conductas de sus funcionarios, los dejan actuar libremente. Organismos de seguridad que conocen donde están los puntos débiles, pero solo hacen “amaracos” para simular preocupación e inventan cada vez nuevos métodos particulares que la mayoría de las veces se convierten en ineficaces.
Permisividad en los partidos políticos, donde se sabe del uso de metodologías no democráticas para imponer criterios y garantizar posiciones dirigentes.
Permisividad en los sectores empresariales, a sabiendas de que algunos de sus colegas actúan de forma indebida, pero callan o los aceptan porque forman parte de sus asociaciones o de sus grupos protegidos o protectores.
Permisividad en escuelas y colegios con estudiantes y profesores. En los organismos encargados de legislar, y en los responsables de aplicar justicia.
Permisividad en los llamados sectores independientes o sociedad civil. En Sindicatos y Asociaciones Profesionales. Permisividad incluso en organizaciones de orden moral o conductual, pues sabiendo o sospechando de las conductas de algunos de sus miembros, los dejan a su libre albedrío.
Por eso sería recomendable aprovechar este período especial de Navidad para analizar profundamente, sobre todo, con la intención de buscar soluciones a este flagelo, si en realidad debemos preocuparnos solamente por los efectos de corrupción e impunidad, o combatir fundamentalmente la permisividad, que podría ser su principal causante.

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