La perversión del voto

La perversión del voto

Carlota Corday, camino a ser guillotinada, dijo una frase que debe ser analizada desde todo punto de vista y en distintos campos de la actividad humana: ¡Oh, Libertad!, ¡cuántos crímenes se cometen en tu nombre!
Mi compadre, el escritor, poeta y gestor cultural, editor y conferencista José Carvajal, escribió una obra titulada “Un posible sarcasmo del oficio”
Y eso me parece la que intentó ser una jugada de ajedrez de campeonato mundial, pero se le vio el blanco del ojo, me refiero, por supuesto al abuso del poder legislativo para negociar por debajo de la mesa el indulto de Alberto Fujimori, aquel gobernante peruano que dejó el limpio y renunció mediante un fax enviado desde el Japón. Como a veces la historia se confunde y envía a pudrir a las cárceles de la ignominia a personajillos como el cara picada de Panamá, el general sin batallas de dorados entorchados ganados abusando de su pueblo, Manuel Antonio Noriega, o es ajusticiado mediante un bazucaso o un bombazo, como fue ajusticiado el Somoza muerto en Asunción, Paraguay.
La lista ni comienza ni termina ahí, pero ahora se produce una nueva burla al sistema democrático, el presidente de Perú, Kuczynski, viola todos los principios éticos, morales, patrióticos y constitucionales indultando a un asesino convicto por “razones humanitarias”.
Estos peruanos son especiales y algunos muy caraduras, recuerdo que Abimael Guzmán, quien como jefe guerrillero se hacía llamar Presidente camarada Gonzalo, asesino, asaltante, atracador, violador de todas las leyes, de la Constitución, de los derechos humanos, reclamaba ser juzgado bajo la sombrilla del debido proceso.
Pero él actuó como señor de horca y cuchillo hasta que fue capturado, juzgado y condenado a prisión perpetua.
El Camarada Gonzalo tiene seguidores que reclaman “justicia” para él, aunque en su momento ni él ni sus conmilitones pensaron ni actuaron con justicia. Pudiéramos ver en breve un indulto que lo favorezca.
Lo que acaba de ocurrir en el Perú es alarmante, preocupante, escandaloso. ´
El voto popular se usa en América de modo perverso, torcido, tortuoso, negativo, oscuro, malsano.
El Perú no escogió a Kuczynski para que indultara a Fujimori, fue al revés, el Perú votó para que la hija de Fujimori, la insistente y leal en su amor filial Keiko, no indultara a su padre.
Pero he aquí que la práctica de la corrupción llega tan lejos, está tan profundamente enraizada en la humanidad, que Kuczynski lo indultó a cambio de no ser desplazado del poder por corrupto.
En ese caso, como en otros, la corrupción triunfó sobre la justicia, la impunidad se impuso sobre la decencia y el compromiso político.
Andamos muy mal, aquí, allá, acullá. Hace falta, es obvio, incendiar América en una jornada permanente por la decencia y la democracia.

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