Apenas iniciaba la mañana del martes cuando un ruido inusual nos obligó a mirar por la ventana. Entonces descubrimos un montón de policías en el portón del edificio, en un balcón y en algunas áreas del parqueo: tomaban huellas, declaraciones y todo lo que pudiera aclarar cómo dos ladrones entraron a la 1:30 de la madrugada a uno de los apartamentos del segundo piso, donde apuñalaron al vecino que vive ahí.
Del robo, a pesar de haber sucedido en la avenida José Contreras, nada ha trascendido. Por el momento solo sabemos que el vecino, de 33 años, está muy mal. La Policía, que es muy presta a enviar notas de prensa cuando atrapa algún pillo, no ha reportado el hecho. ¿Será que no quiere que sepamos que, pese a los dos retenes que se apuestan muy cerca de ahí, seguimos estando a merced de los delincuentes?
El famoso plan de enviar militares y policías en masa a las calles no parece haber servido de mucho y, si en algo ha funcionado, no quisiera imaginar cuántas agresiones más estarían sucediendo. ¿Acaso no se han dado cuenta de que cada día escuchamos de algún hecho de violencia que nos toca de cerca?
En mi caso la delincuencia llegó hasta mi casa. No tocó mi puerta pero estuvo muy cerca. ¿Se imaginan la incertidumbre que se siente cuando uno piensa que pudo haber sido cualquiera de nosotros? ¡Más duro aún es saber que alguien, que apenas comienza a vivir, podría morir por culpa de la inseguridad que vivimos! ¡No hay derecho a eso! Tampoco es justo que se nos quiera engañar ocultando lo que pasa. ¿Cómo las autoridades duermen sabiendo que estamos en peligro?