La política haitiana

La política haitiana

Los dominicanos carecemos de una “política dominico-haitiana”, de una estrategia para resolver, minimizar o erradicar, los muchos problemas que nos vienen del otro lado de la frontera. Los haitianos, en cambio, saben que cada año deben salir de su país entre 400 mil y 500 mil emigrantes. De lo contrario, la precaria situación de los habitantes del vecino “Estado fallido” tenderá a empeorar. Para evitarlo, trabajan todos los días con ahínco y mala fe. Que salgan muchos y entren pocos es la consigna general. Para alcanzar estos fines concurren políticos, empresarios, empleados públicos y periodistas. En este punto laboran “todos a una”.

Haití está dividido en nueve departamentos. El “décimo departamento” es el de los haitianos que viven en el exterior. Es como si tuviesen una cancillería extra. Una buena parte de los dominicanos actúa como si los diez millones de habitantes de Haití no existiesen. Todos los desplantes del gobierno haitiano, y todas las presiones internacionales para que recibamos más inmigrantes haitianos, no han servido para que “articulemos” una “política dominico-haitiana”. Los haitianos son deportados de las Antillas menores y de otros países porque no tienen buena salud, ni educación superior, ni dinero, ni entrenamiento laboral especializado. Estos países prefieren que los haitianos se “instalen” en la RD.

El dominicano común, por lo general, no tiene los instrumentos conceptuales para defenderse de las acusaciones de racismo, xenofobia, antihaitianismo, hispanismo fascista. Quiero decir que no dispone de los argumentos históricos, sociológicos, políticos, de antropología cultural, para enfrentar tantas acusaciones revestidas o adornadas por un lenguaje académico. Algunos dominicanos cultos, perfectamente conscientes de la confusión reinante, contribuyen con los “planes migratorios” de europeos y norteamericanos; agravando así las dificultades futuras de la sociedad dominicana.

Antes de que este problema demográfico llegue a convertirse en un conflicto violento, los líderes políticos del país deberán formular y ejecutar una “política dominico-haitiana”. De seguir la migración haitiana con su volumen actual, confrontaremos un atascamiento en nuestros sistemas: sanitario, laboral, educativo. Corremos el riesgo de amamantar una población que reclamará derechos sociales y políticos. Los dirigentes políticos que asuman estas tareas, urgentes e indispensables, se convertirán en verdaderos líderes sociales, más allá de los límites de sus propias agrupaciones partidistas.

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