La silla ha de estar maldita. Tal vez fue Joaquín Balaguer quien la hechizó. Por ello no importa quién gobierne. La historia se repite una y otra vez, con los mismos matices y las mismas palabras: cada gobernante termina, inexorablemente, rindiéndole mil pleitesías a doña reelección.

Al decir que fijará su posición sobre la reelección cuando llegue el momento en términos electorales, el presidente Danilo Medina nos dibuja el mismo escenario que hemos visto otras tantas veces. Puede que sea para no crear ruidos pero, ¿de verdad podemos creer que será diferente y que no querrá volver a terciar? La experiencia nos dice que no es posible. El poder, embriagador, nunca quiere soltarse.

Lo triste es que hay quienes dicen que Danilo debe quedarse porque es una suerte de Mesías. Sus defectos, como esa ceguera que tiene cuando se habla de corrupción, para ellos no existen.

Peor aún es que para reelegirse Danilo Medina tendría que violentar la institucionalidad, esa misma que tanto defendemos a diario. ¿Será que hacer lo correcto sólo vale cuando nos interesa?

Los dominicanos hemos vivido siempre bajo el paraguas de la reelección. En nombre de él se han cometido demasiados desatinos y se ha gastado muchísimo dinero que luego se traduce en terribles déficits. ¿Volveremos a eso?

Los ciudadanos poco podemos hacer porque, aunque nos quejemos, no tenemos fuerza. Mientras en la oposición casi todos sus dirigentes están librando batallas a golpe de vanidad y no de cerebro, por lo que al final esto no pasará de un desahogo. La Constitución, seguramente, será de nuevo de papel.