La religión política: el eterno problema

La religión política: el eterno problema

A pesar de la profundidad de revolución tecnológica que se ha operado en el mundo, sobre todo en la comunicación estas últimas tres décadas, a pesar de la realidad y potencialidad de las innovaciones producidas por esa revolución en las relaciones entre los grupos humanos, persiste la tendencia en las religiones y los religiosos a no reconocer el tema de la laicidad, vale decir, la clara separación de la esfera pública o la política de la esfera de la fe, que es una cuestión privada. En nuestro país, es ostensible e irritante la creciente incursión de sectores religiosos en las esfera política, institucional o privada, reforzando con su actitud la eterna mezcla de religión y política que ha sido origen de tanto odios, intolerancias y matanzas en este mundo.
A pesar las múltiples guerras religiosas de trasfondo político, ocurridas en el occidente cristiano más que en ninguna otra parte del mundo, es en este continente donde ha habido el avance más significativo en el reconocimiento del derecho del individuo frente al Estado y la religión. Esto ha sido fruto de las grandes luchas por la libertad, la institucionalidad y la inclusión social impulsadas por grandes pensadores de las ciencias sociales y de corrientes filosóficas como la ilustración, a pesar de la soberbia intelectual de algunos ilustrados franceses. Sin embargo, aún está fresquísimo el olor a pólvora de luchas políticas estimuladas por el factor religioso, pienso en las acciones del IRA y en el terrorismo de ETA.
El islam político, en tanto “movimiento humano, histórico e intelectual … e ideología revolucionaria” según Sayyd Qutb, es una de las tantas interpretaciones del Islam, a pesar de lo rudimentaria que es, al unir fragmentos del Corán sobre papel atribuido a Dios en el orden social y político con los abusos cometidos y depredaciones cometidas por potencias occidentales contra naciones de mayoría musulmanaen las últimas décadas, se convierte en una potente arma ideológica/política que atrae a jóvenes de origen musulmán radicados y hasta integrados en diversos países occidentales. Sirve también de chantaje para impedir cualquier intento aperturista de parte de los principales líderes políticos y religiosos del mundo musulmán.
La expresión: “el islam es político o no lo es”, es atribuida al Imán Khomenien los años 80’; guardando distancia y tiempo, fue lo mismo que antes había pensado el circulo político/religioso que rodeó a Isabel I de Inglaterra para crear una iglesia/nación: la Iglesia Anglicana; quien no la asumía era considerado traidor a la nación inglesa, dando origen a los más atroces crímenes contra los llamados herejes católicos romanos. En esencia, esa concepción de unicidad religión-política aún prevalece en la generalidad de los líderes religiosos de la actualidad y, por ejemplo, el origen de las presiones que determinados líderes religiosos de nuestro país ejercen sobre los partidos y las organizaciones de la sociedad civil para que estos actúen conforme a las concepciones eclesiales sobre determinados temas.
No han aprendido que la separación entre religión y política es clave para una sana convivencia entre los humanos, para que finalicen los odios, la intolerancia y la diversidad de actos de terror de matriz religiosa.

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