El pasado viernes se cumplieron 171 años de la proclamación de la Independencia Nacional. Como es sabido, este hecho estuvo inspirado por una visión de país que desarrolló Juan Pablo Duarte, nuestro Padre de la Patria, y los trinitarios.
No obstante, lamentablemente, a más de siglo y medio todavía no se ha logrado el país que Duarte y los trinitarios soñaron y por el que lucharon.
El proyecto de nación de Duarte partía de la determinación de crear un país libre y soberano e independiente. Sin embargo, en esta tierra la libertad, la soberanía y la independencia no solo se ven afectadas por potencias extranjeras que imponen sus intereses en base a su poderío económico, sino también por los males sociales que imperan.
Nuestro país es uno de los más desiguales del continente y del mundo. Se registra crecimiento económico pero la pobreza afecta a casi la mitad de la población.
El acceso con calidad a derechos fundamentales como alimentación, salud, educación, vivienda y servicios básicos como agua potable, energía eléctrica y transporte, no está garantizado para la mayoría. La inequidad también es observable en el tema de los ingresos y el salario.
Duarte quería dotar a esta tierra de un alto sentido de justicia, pero hoy día la injusticia social y los privilegios obtenidos ilícitamente por una minoría dirigente reinan en el país.
Duarte soñó con un país en el que todos los dominicanos estén sujetos a la Constitución y a las leyes, tanto los gobernantes como los gobernados. Empero, República Dominicana carece de vocación de cumplimiento de las leyes y algunas se aplican de manera selectiva “sólo para los más chiquitos”. A esto se suma que la institucionalidad es frágil.
En parte, la nación duartiana no se ha logrado porque la clase política tradicional no emula la praxis política del Padre de la Patria. En el camino hacia su objetivo, Duarte dio muestras de un liderazgo fomentado en valores.
Vigor moral, alto sentido de libertad y justicia, convicciones democráticas firmes muestran que fue político capaz de dirigir sin autoritarismo, personalismo o protagonismo.
Tampoco tuvo afán por cultivar dinero o poder, Duarte actuó con entrega y sacrificio, y, por el contrario, llegó a sacrificar vida y bienes.
Es por eso que no debemos conformarnos con celebrar un aniversario más de la proclamación de la Independencia Nacional, sino recordar que el país que Duarte soñó todavía no se ha concretizado y asumir entonces el reto de forjar la república pendiente.
En el mismo Duarte hallamos los valores necesarios para la transformación individual y colectiva, que nos pueden llevar a la construcción de esa república pendiente, una políticamente democrática, socialmente justa y económicamente equitativa, tal cual la soñó el patricio.