La revolución  de las grasas

La revolución  de las grasas

Cuando el cuerpo recibe la cantidad  suficiente de éstas y los  nutrientes  en porciones que se adaptan al organismo de  cada  individuo, estos se  sienten dichosos y agradecidos

La mayoría de las personas ingieren alimentos que a la larga solo traen como consecuencia el deterioro del organismo. El sedentarismo y la vida laboral cargada de estrés y responsabilidades provocan que el individuo no se alimente como corresponde.

En los  tiempos modernos cada vez es más común encontrar una batalla constante para conseguir el bienestar mental, la estabilidad emocional y sexual, así como también luchar con unas de las “plagas” de las grandes ciudades: el sobrepeso.

Sacha Barrio Healey en su libro “La gran revolución de las grasas” del grupo editorial Norma,  plantea que las revoluciones del futuro ya no serán tan violentas, en el sentido de que no habrá guillotinas francesas o fusiles cheviques, sino que las revoluciones del porvenir tal vez sean individuales y privadas, en la conciencia íntima de cada individuo. Y para ello, la nutrición es el punto de partida, porque un cambio en la alimentación supone un cambio corporal y mental, lo que deriva en un cambio en la familia y más allá, en la economía del país.

Existen alimentos que contienen grandes cantidades de grasa. Estas aportan un buen sabor a las comidas que devoramos con entusiasmo. De igual forma las grasas le agregan texturas (ya sea cremoso o suave), lo que trae como consecuencia que usted se desviva y caiga en las “garras” de los alimentos que no aportan los nutrientes necesarios para mantener el cuerpo sano y fuerte.

Si bien es cierto que las grasas también son necesarias, hay que saber como ingerirlas y cuando. Un punto de partida para combatir el “océano” de consumo de grasas y fritangas, mantecas y mayonesas, las cuales son grasas que asfixian las células y aglutinan nuestra sangre con una telaraña de coágulos y adherencia. Barrio Healey en su libro plantea que el punto de partida para hacer una profunda revolución interior en la naturaleza humana, la cual también es una sabrosa y festiva revolución social,  empleando ideas sobre el consumo de legumbres y nueces como balas de combate.

Cuando el cuerpo recibe la cantidad de grasas y nutrientes que necesita, en porciones que se adaptan a los organismos de cada individuo, tanto el hígado, como el cerebro y los órganos genitales se sienten dichosos y agradecidos cuando se ingiere las grasas que les son esenciales para su funcionamiento. La salud mejora en todos los aspectos, lo cual se puede percibir desde la frescura del piel, hasta el en control del peso.

Los alimentos con menor contenido grasa representan una manera de reducir la grasa en su dieta. Es importante reconocer que las calorías cuentan, inclusive en los alimentos con poca grasa o sin ella. Tenga cuidado con el tamaño de las porciones. Utilice los alimentos de menor contenido graso como una parte de una completa dieta saludable. Recuerde, la clave reside en efectuar elecciones inteligentes.

Las grasas que fortalecen al cuerpo se conocen como ácidos grasos esenciales, se hace referencia a su carácter indispensable y crucial para el funcionamiento del cuerpo y que por no poder sintetizarse en el cuerpo necesita formar parte de su dieta.

Según la Food and Drug Adminitration (FDA), existen 50 nutrientes esenciales para la salud: luz, oxigeno, agua, veinte minerales, trece vitaminas, proteínas (ocho aminoácidos en adultos y diez en niños), carbohidratos y dos ácidos grasos esenciales (el acido linoleico y el alfalinoléico).

Lamentablemente estos nutrientes no se encuentran administrados equitativamente dentro de la alimentación de la gran mayoría de las personas, pues los ácidos grasos lideran en deficiencia nutricional, así como también en el consumo del ser humano actual. Las grasas saturadas contienen una gran cantidad de hidrógeno en sus cadenas moleculares, provienen de alimentos, carnes, queso, huevos, mantequilla y demás del aceite de palma y coco. Estas no son esenciales para el cuerpo y su acumulación o exceso son nocivos; al acumularse los depósitos grasos, lo hacen de manera perjudicial, creando arteriosclerosis, hígado graso, toxicidad e hipertensión arterial, entre otros. El consumo regular de grasas saturadas daña el sistema cardiovascular.

Las grasas insaturadas contienen enlaces dobles entre átomos de carbono. En este grupo se incluyen los ácidos grasos esenciales, vital de cada célula humana.

Recuadro…

• Agravan la deficiencia de ácidos grasos esenciales, interfiriendo con los sistemas enzimáticos que producen ácidos grasos altamente insaturados, los cuales se encuentran en altas concentraciones en el cerebro.

• Interfieren en la producción de prostaglandinas, por lo tanto, afectan las paredes arteriales, la regulación de presión sanguínea, la agregación plaquetaria, la función renal, la respuesta inflamatoria y el sistema inmunológico.

• Disminuye la eficiencia de la respuesta inmunológica.

• Altera las actividades enzimáticos del hígado y su capacidad de procesar cancerigenos y toxinas.

• Reducen la respuesta insulinita, la cual no es favorable para personas los que padecen    diabete.

¡Esos odiados kilos de más!

Algunos consejos  para eliminarlos, mantener la energía necesaria,  gozar de buena salud, y a la vez  lucir una figura esbelta

En el contradictorio mundo de hoy, la llamada “obsesión por el cuerpo” parece empecinada en querer desalojar del  podio de los males modernos al sobrepeso y su manifestación más grave, la obesidad, que en opinión de muchos, especialmente de expertos en el área,  ostentan el título de pandemia del siglo XXI.

Hoy día, la gente bien informada toma conciencia de que el problema de los kilos de más trasciende  el plano de la estética y entraña peligros para la salud.

El libro “Alimentos sanadores para el sobrepeso”  que forma parte de la colección “Somos lo que comemos”, editado por el grupo editorial Norma, se suma a la labor de divulgación para enfrentar esta enfermedad.

   Este libro está basado  en los alimentos que ayudan a controlar el peso corporal. Refiere la publicación que una alimentación rica en grasas y calorías es, junto con el estilo de vida sedentario, el factor preponderante que determinan la aparición de sobrepeso.

Para mantener un peso saludable, la energía proveniente de la alimentación debe estar  equilibrada con la que el organismo destina a cumplir con sus  funciones y realizar las actividades habituales del mismo.

 Cuando éste ingresa más energía de la que  gasta, la diferencia se almacena en forma de grasa, y es cuando se  produce el sobrepeso.

Los últimos estudios científicos ratifican que el exceso de peso, aunque sea moderado y no llegue a la obesidad, constituye un factor de riesgo en el desarrollo de muchas dolencias crónicas y tienen efectos nocivos que van desde  discapacidades leves hasta la muerte prematura.

  La distribución de la grasa, que merece tanta atención como su cantidad, da lugar a dos tipos de siluetas.

 La obesidad ginoide, en forma de pera, se acumula en piernas, caderas y glúteos. Afecta la estética, la movilidad, pero no acarrea trastornos severos.

La obesidad androide, en tanto, en forma de manzana, se deposita en el abdomen. Incrementa las posibilidades de sufrir enfermedades cardiovasculares, diabetes e hipertensión. El dato clave es la medida de la circunferencia de cintura. Las mujeres que superan los 88 cm y los hombres que superan los 102 cm.

Los alimentos

El libro explica que para mantener un peso estable se debe consumir por los menos cinco porciones diarias  de frutas y verduras, variando los colores y las texturas.   Carnes magras en una sola de las comidas del día. Desgrasarlas antes de cocinar, alternar entre pechugas de pollos y mariscos,  res magra y cerdo magro.

Limitar la grasa, en especial las de origen animal, así como el azúcar, frituras, pizzas con quesos grasos, galletas dulces  y jugos, gaseosas, licuados y purés. Además realizar cuatro comidas y una o dos meriendas.

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