RIO DE JANEIRO. Olviden el tránsito y las tormentas inesperadas. Los espectadores extranjeros y los atletas que compiten en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro tienen algo más a lo que acostumbrarse: los ruidosos abucheos y las a veces atronadoras burlas de los aficionados brasileños que no están satisfechos con sentarse y seguir la competición. ¿Siente que se pierde algo? No está solo en esto.
“No puedo escuchar a mi entrenador. Calma”, dijo el tirador de esgrima brasileño Ghislain Perrier, criado en Francia, en un tosco portugués durante un encuentro, mientras los bulliciosos espectadores coreaban “íUh, vas a morir! íUh, vas a morir!” a su oponente. (Por supuesto, no iban en serio) “En garde” («en guardia”) suele ser el grito más alto durante un combate de esgrima, que requiere una concentración tan intensa que la etiqueta permite aplaudir solo en las pausas entre asaltos.
Pero la afición local prefiere alentar a los rivales de los competidores brasileños con el grito de guerra “vai morrer”, muy habitual en las peleas de artes marciales mixtas. El mismo cántico puede escucharse esta semana en las pruebas de judo y boxeo. En Brasil, los espectadores siguen sus propias normas: animar siempre al más débil; abuchear a árbitros, umpires y jueces siempre que decidan en contra del equipo local; y ningún ataque verbal está fuera de los límites, aunque sea ofensivo.
Tomen como ejemplo la ceremonia inaugural del pasado viernes. Los brasileños abuchearon al primer ministro interino del país, Michel Temer; dieron una bienvenida dispar a su rival sudamericano Argentina y animaron a países que parecían tener poca relación con el suyo. Uno de ellos fue Suiza.