La seductora, la borrachera y los políticos

La seductora, la borrachera y los políticos

Eusebio Rivera Almodóvar

Si Maquiavelo viviera estaría avergonzado de sus actuales discípulos en nuestro país, por la desfachatez, falta de tacto y desvergüenza con que actúan, desprestigiándolo como estratega número uno de cómo mantener el poder. Utilizan el vulgar coqueteo de las prostitutas para engañar al pueblo ofreciendo su desnudez en forma violenta sin el estilo artístico de una verdadera vedette.
La seductora por excelencia para nuestros políticos se llama “Reelección”; si no lo creen, pregúntenle a Reinaldo Pared Pérez, que se ha repostulado y reelecto más de diez veces como presidente del Senado de la República y a la mayoría de los dirigentes de partidos y cualquier institución donde dirigir o presidir represente prestigio, dinero o poder que, en conjunto o por separado, aseguran posicionamiento social privilegiado y contribuyen a crear lo que el público denomina fama. Sin embargo, solo una de las tres provoca una borrachera o embriaguez desastrosa y es el poder, porque muy pocos están preparados para asimilarlo sin que salgan a relucir sus más abyectas debilidades de carácter y el lado espurio, abominable, nauseabundo de su personalidad, porque el poder corrompe también a los que pululan a su alrededor porque tiene la fuerza para aplastar la fama, el prestigio o el dinero de los demás.
La ausencia de institucionalidad y alternabilidad verdaderamente democráticas, condiciona que la reelección sea más fácil desde el poder y seduce como cualquier ramera que no le importa revolcarse en un lodazal, entendiendo que el agua, el jabón y el dinero limpian todo y al otro día la hacen lucir como cuando era una flor adolescente, inocente y perfumada, como hace 16 años.

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