La situación actual del problema haitiano

La situación actual del problema haitiano

POR TIRSO MEJÍA-RICART
1- A partir del 1966 con el gobierno de Balaguer, gracias a los intereses económicos de los grandes productores azucareros, arroceros y cafetaleros, y de los industriales de la construcción, así como por una mayor presión demográfica en Haití y la profunda crisis casi ininterrumpida que ha vivido ese país durante los últimos veinticinco años, han tenido la virtud de reactivar la presencia de sus nacionales en nuestro territorio.

2- Pero en estos tiempos no se trata ya de una inmigración que ocupa espacios limitados en partes del territorio dominicano poco habitadas o en los bateyes azucareros, sino verdaderas masas de indocumentados que ocupan todos los rincones del país, desplazando a los nacionales en virtud de su mayor disposición para trabajar duro con bajos salarios y en condiciones penosas, a merced de los empresarios privados y contratistas del gobierno.

3- Se trata ya de una frontera prácticamente abierta gracias a la corrupción de militares, agentes de migración y otros funcionarios, en el cual su tránsito se asegura mediante el pago de RD$1,000 y más, dependiendo del rango y posibilidades de los «pasajeros» y de los que controlan los «peajes», no pocas veces vinculados al contrabando de armas, vehículos, drogas, bebidas alcohólicas y otras mercancías. Las parturientas haitianas llegan hasta en autobuses a dar a luz a los hospitales públicos de las zonas fronterizas, Santiago y Santo Domingo y los documentos de identidad dominicanos son obtenidos fraudulentamente en las oficialías de estado civil y las oficinas de la cédula.

4- La verdad es que la mano de obra haitiana tiende a ocupar en la actualidad el trabajo agrícola, la construcción, el turismo, las industrias locales y de zonas francas, la artesanía, la industria manufacturera y el comercio callejero, así como los pordioseros y otros buscavidas, al tiempo que no pocos empresarios de origen haitiano están ya instalados en el país y emplean a sus nacionales en las tareas industriales y comerciales. Si a éstos agregamos que la globalización de la economía y la competencia de los países socios de los tratados de libre comercio mejor preparados que nosotros; y a que cubanos, mexicanos, venezolanos, colombianos, argentinos y otros latinoamericanos, así como europeos, incursionan de manera creciente en el mercado dominicano por los empleos del nivel técnico más remunerados y en pequeños negocios, podemos concluir que las posibilidades laborales para los dominicanos en el país son cada vez menores.

5- De hecho, podemos decir que la situación actual tiende a expulsar a los dominicanos de los empleos remunerados estables que engruesan las filas cada vez mayores de emigrantes legales o ilegales, chiriperos, billeteros, motoconchistas, políticos y policías deshonestos, delincuentes y aventureros sin destino.

6- A pesar de todo eso, la aceptación por los dominicanos de la población extranjera sigue siendo alta hasta el presente, inclusive para los haitianos, y en general se registran pocos casos de incidentes por conflictos con los inmigrantes, legales o no.

7. Eso no significa que no existan en el país prejuicios y discriminación hacia los haitianos, tal como existen entre casi todos los países vecinos, sobre todo cuando hay algunas diferencias perceptibles de raza, color, idioma, nacionalidad, religión, costumbres, nivel educativo y condiciones de vida con respecto al grueso de la población. Pero el nivel de prejuicios y discriminación hacia extranjeros; haitianos y negros es de los más bajos del mundo; incluso con respecto a los países desde donde se acusa al país de practicar la esclavitud y otros atropellos a los derechos humanos, como en los Estados Unidos y Francia.

8- En el caso de los dominicanos, los prejuicios antihaitianos tienen un contenido clasista bien definido. En los sectores de la élite dominicana, de clases alta y media alta, ese prejuicio se basa en la raza, incluyendo a no pocos negros dominicanos que lo son solo un poco menos que la generalidad de los haitianos aunque muchas veces ese prejuicio es instrumentalizado para inducir la aceptación por éstos de trabajos con bajos salarios y condiciones de vida muy duras, como el corte y recogida de la caña de azúcar para las clases medias medianas y baja, ese prejuicio está teñido más bien por el supuesto peligro que supone Haití para la independencia nacional, más producto del pasado que de la actualidad. En las clases bajas ese prejuicio se basa sobre todo en la competencia que los nacionales de ese país representan en el mercado de trabajo, aún cuando esto es matizado en el sexo femenino por la mayor aceptación que estos tienen hacia los hijos de uniones anteriores de sus parejas y por otra parte el temor a la prácticas mágicas o brujerías de muchos de esos nacionales.

9- Los haitianos desplazan actualmente a los cientos de miles de dominicanos de sus puestos de trabajo, en competencia desleal que baja los salarios y por consecuencia aumentan dramáticamente el desempleo y el dualismo estructural que afectan a la sociedad dominicana.

10- De profundizarse como parece ese desplazamiento masivo de los dominicanos de su mercado natural de trabajo, puede preverse que en un futuro no lejano se generen tensiones entre ambas comunidades que puedan provocar graves enfrentamientos de imprevisibles consecuencias para la convivencia pacífica de ambos pueblos.

11- La matanza haitiana que ordenó Trujillo en 1937 es un funesto precedente que debe llevarnos a la reflexión sobre el grave problema que tenemos frente a nosotros. Los intentos de retiro de la ciudadanía dominicana a la activista Sonia Pierre luego de 20 años de detentarla, bien o mal habida, y otros actos de intolerancia hacia los emigrantes son claros indicadores de que esta situación puede deteriorarse radicalmente en el futuro cercano, sobre todo si como parece existe un plan orquestado desde el exterior encaminado a presionar al gobierno dominicano a aceptar pasivamente y validar la inmigración ilegal de inmigrantes indocumentados.

Las vías de solución

La descripción y análisis de un problema tan complicado y agobiante como el de la presencia masiva de haitianos en todo el territorio nacional; sin incluir propuestas para corregir la situación, sería una falta de responsabilidad histórica, porque equivaldría a dar pábulo a que aventureros oportunista o personas sin formación ni conciencia planteen salidas violentas o que compliquen la situación aún más de lo que ya está.

No hay que olvidar que la matanza haitiana de 1937 estuvo precedida de una campaña orquestada en todo el país, en que intelectuales dominicanos postularon públicamente formulas brutales, desde la «exterminación añorada» y la expulsión de los haitianos hacia el Africa, hasta la esterilización masiva de los haitianos que pasasen la frontera; propuestas que eran y son irracionales e inaplicables, sobre todo en los tiempos que vivimos, que expondría al país a una intervención militar tipo Kosovo y a una declaración internacional de Haití como «minoría nacional» en el territorio dominicano.

Por otra parte, quedarse cruzados de brazos ante el peligro de desnacionalización del país ante la avalancha de extranjeros sin la menor vocación para incorporarse como ciudadanos de este país, sería hacerle el juego a quienes pretenden diluir la identidad de la nación dominicana para convertirla en una fuerza de trabajo y un mercado totalmente a merced de «la ley de la oferta y la demanda» por parte de entidades, empresas y organismos internacionales, con sus nefastos efectos previsibles.

Se impone pues establecer una estrategia clara de Estado para esa problemática, con alimentos como los siguientes:

1.- Una política de participación y colaboración. Establecer una nueva política, más realista y humana frente al fenómeno haitiano, que no solo elimine definitivamente el tráfico de haitianos para las cosechas dominicanas de la caña y otros cultivos, sino que establezca límites claros verificables en el empleo de extranjeros; y también que se desarrollen lazos de mayor colaboración económica, diplomática y cultural entre los pueblos que comparten la soberanía de la Isla Hispaniola.

2. Una reforma constitucional sobre la nacionalidad. Un paso previo, indispensable pero no suficiente hacia la solución del problema consiste en establecer al margen de toda duda o confusión en nuestra constitución, que la nacionalidad dominicana, sin renuncia al «jus soli» que es consustancial a nuestra condición de país a inmigrantes, se adquiere por nacimiento solo cuando alguno de los padres sea dominicano o residente legal en el país. Eso implica que los hijos de haitianos guardarían su nacionalidad, porque la Constitución Haitiana, así lo consigna el «jus sanguini» es decir por el origen, no solo les confiere el derecho a esa nacionalidad, sino que les prohibe la doble nacionalidad.

3.- Un Consejo Permanente de Defensa de la Frontera y de Políticas Domínico-Haitianas. Establecer un Consejo Nacional de Políticas Domínico-Haitianas encabezado por un Presidente designado por el Presidente de la República, de una terna que le someta el propio Consejo, integrado además por representantes de las Secretaría de Estado de Interior y Policía, Fuerzas Armadas, y Relaciones Exteriores, de las Cúpulas empresarial, la Sindical, la UASD, los Consejos Económicos y Sociales de las regiones Cibao Noroeste, El Valle y Enriquillo y los tres principales partidos políticos, que establezca y supervise una política de Estado de corto, mediano y largo plazos para todo lo relacionado con las políticas hacia Haití que trascienda interese partidistas y los períodos de gobierno.

4.- Mecanismos Expeditos de Naturalización y Residencia. Otra medida importante en esa dirección consiste en establecer mecanismos de naturalización a todos los extranjeros, haitianos incluidos, que demuestren su clara voluntad de integración a la sociedad dominicana, a través de la superación educativa y la cultura con el aprendizaje de su historia, el idioma, y los valores, así como tener un trabajo; que les permita ser elementos de participación en una sociedad democrática. A ese respecto, se debe ser tolerante en cuanto a las divergencias culturales, en el entendido de que forman parte de una sociedad como la dominicana que es en esencia multirracial y abierta a los extranjeros.

5.- Empleo Reservado a los Dominicanos. La ley y la disciplina ciudadana deberá fortalecerse, a fin de que el empleo de trabajadores y técnicos extranjeros no superar el 20% del total en cada renglón significativo de la actividad económica, para cada centro de trabajo y cada comunidad, incluyendo para las empresas, que ya son muchas, que son propiedad parcial o total de nacionales haitianos.

6.- Una Guardia fronteriza confiable y bien pagada. Establecer para vigilar la frontera un cuerpo de guardias fronterizos bien entrenados, disciplinados y bien pagados que esté bajo la supervisión conjunta de la Comandancia Regional del Ejército, de la Dirección Nacional de Migración y del Consejo Nacional de Defensa de la Frontera y que se criminalice las violaciones de las normas de inmigración en una u otra dirección, particularmente para los que están llamados a protegerlas.

7.- Erradicación de Zonas Segregadas de Haitianos. Establecer una política franca de erradicación de bateyes y tugurios de segregación haitiana, combinando formación escolar, atención en salud, fuentes de trabajo con participación de dominicanos nativos y otros mecanismos, así como prohibiendo la incorporación de más residentes ilegales con menos de cinco años en el país.

8.- Establecer Zonas Francas Industriales y Comerciales a cada lado. Establecer con la participación de recursos y apoyo internacional zonas francas industriales y comerciales a ambos lados de la frontera, pero cada parte, con sus nacionales de hasta el 80% y apoyo con el personal de seguridad que sea necesario.

9.- Superación Sistemática de la Penetración Haitiana. Consignar una partida presupuestal importante para la deportación sistemática de ilegales, comenzando por los más recientes y peligrosos y de documentación de los residentes que trabajan en tareas de interés nacional en centros de trabajo.

10.- Campaña Internacional de Información. Iniciar una campaña internacional para concientizar a la opinión pública nacional e internacional acerca de la realidad domínico-haitiana y sus vías de solución.

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