Margarita Cedeño de Fernández, sin el aval de ex Primera Dama y el actual de vicepresidenta de la República, desarma al más envarado con su fácil y amplia sonrisa, como los programas sociales que maneja, donde muestra sus dos incisivos separados, que revelan un carácter dominante, insumiso y altivo, como acontece con Virginia.

Con esa sonrisa tan suya que recuerda a este servidor de todos la que interpretó Mauricio Viroli de Nicolás de Maquiavelo, Margarita, que no se amilana por ningún obstáculo, contrario a la de Rubén Darío en su inmortal interrogante de que tendría la Princesa dedicada a Margarita Debayle, nuestra Margarita acudió presta, desenvuelta, una de las características que le endosan carisma, a defender su honor que pretendió mancillar un sujeto llamado Marcos Martínez, acusándola de poseer una cuenta bancaria millonaria en Dinamarca, que el banco danés desmintió existiera.

Con un atuendo atrayente que revela una percha nutrida que luce siempre muy bien en su hermosa topografía, Margarita Cedeño de Fernández acudió con la desenvoltura que le es usual y la sonrisa proverbial que en este caso revela su impoluta conciencia, al tribunal de Santiago de los Caballeros donde se conoce su caso difamatorio.

La sensibilidad innata que le conduce a crear decenas de programas sociales de envergadura sin vacaciones, y la actitud resuelta a defender su honor, veremos cómo le reditúan cuando ella lo considere pertinente, decida competir por la Presidencia para 2016, donde habrá truños y la sonrisa sin tristeza de Margarita.