La tradición del abril rojo

La tradición del abril rojo

Los meses del año tienen significados muy específicos para cada pueblo de la Tierra y según sus tradiciones lo respetan, le tienen temor o lo aguardan cada año por los acontecimientos que ocurren durante el mismo, que les son favorables en unos casos y otros vienen acompañados de tragedias, tanto en el ámbito familiar como el general de la colectividad.

Los dominicanos aguardamos la llegada del mes de abril con cierta aprensión para ver qué acontecimientos ocurrirán en el transcurso del mes que afecta la vida nacional o particular. Y es una constante, desde que en abril de 1965 estalló la revolución y conmovió los cimientos del país, con tan mala fortuna que en el abril del medio siglo de ese acontecimiento cívico, estamos dominados por la corrupción de los políticos, estos engañando al pueblo, las drogas y la delincuencia y cada quién buscando “lo mío” y sepultando los ideales de lo que ocurrió en aquel abril histórico.

Otro abril histórico fue el de 1984, esa vez una poblada cívica inició una revuelta que por varios días estremeció al gobierno del PRD de entonces, obligó a los soldados y policía arremeter en contra de la población, con su consecuente número de víctimas, en protesta de una impopular reforma fiscal con aumento de precios e impuesta por instrucciones del Fondo Monetario Internacional.

La historia universal recoge impactantes acontecimientos ocurridos durante el mes de abril que han afectado el desarrollo de los países. El 15 de abril de 1865, mientras asistía a una función en un teatro de Washington, fue asesinado el presidente Abraham Lincoln, y Martin Luther King, el 4 abril de 1968, también corrió la misma suerte. En un abril de 1945 murió el presidente norteamericano Roosevelt.

Y el 2 de abril del 2005 falleció el inolvidable papa Juan Pablo II. Por igual el 15 de abril de 1914 se hundió el Titanic después de chocar con un iceberg, y el 11 de abril del 2002 hubo un conato de golpe de Estado en Venezuela para derrocar a Hugo Chávez.

En un abril de 1982 la dictadura argentina del general Galtieri envió las tropas argentinas a ocupar las islas Malvinas en poder inglés desde 1844, sacudiendo al mundo por la sorpresiva acción que puso a Inglaterra y a su gobierno de Margaret Thactcher en pie de guerra, y para el mes de junio, una fuerza naval expedicionaria de casi 86 mil hombres, zarpó de Inglaterra para recuperar las islas argentinas de sus legítimos propietarios, que en pocas semanas, los argentinos fueron derrotados ampliamente.

Las inquietudes del abril rojo me las fue inculcando desde hace años un amigo muy apreciado de gran sensibilidad y voraz lector, ejecutivo de Plaza Jacaranda, Frank Núñez, que en las apacibles noches del Bonao de los 1970, nos permitía poner a viajar la imaginación y sumergirnos en las enseñanzas de escritores de fama mundial, tales como Víctor Hugo en su legendaria obra El Hombre que Ríe, y más luego con la curiosidad latente los modernos el peruano Santiago Roncagliolo en la suya de Abril Rojo, que la trama la desarrolla durante ese mes, la cual le valió un premio de Alfaguara en el 2006, y el italiano Gianrico Carofiglio en la suya Con los Ojos Cerrados del 2007 nos hablan de la gravitación de los acontecimientos durante el mes de abril. Por igual, observando el calendario romano, abril era el primero del año y era cuando la tierra se abría para recibir las simientes para las nuevas cosechas después de haber finalizado el largo invierno en Europa.

Personalmente abril tiene un arrastre triste para mi familia, ya que un día 18 de abril de 1986 falleció mi madre, y un 10 de abril del 2005 lo hizo mi padre, lo cual como es natural impactaron con gran tristeza en mis sentimientos, pero junto a mi familia, tengo que darle gracias a Nuestro Creador, ambos fueron ejemplo de servicios a los demás, y que por tanto su vida y acciones son el orgullo familiar que nos obliga a continuar sus esfuerzos de llevar la armonía a los semejantes. Es un legado que atesoramos y nos obligan a seguir sus pasos frente a tantas necesidades de nuestra sociedad.

 

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