La tragedia de los piñeros

La tragedia de los piñeros

Una vez más las autoridades cometieron un nuevo crimen en contra de la ciudadanía y como siempre es probable que quedará impune después que se airee por unos cuantos días hasta que otra tragedia o un escándalo político le siga añadiendo baldones negros al gobierno que olímpicamente ignora esos abusos sin tomar drásticas acciones en contra de los responsables.
Lo del pasado jueves en la madrugada, a nombre de un operativo contradrogas, los miembros de la DNCD acudieron a su lugar preferido de operativos de cacería de consumidores y vendedores de drogas en el barrio Capotillo. Cometieron sus abusivos usos del poder de sus armas y tantas veces denunciados, pero por ser un barrio pobre, la opinión pública, no le pone mucha atención y así la DNCD puede continuar en su línea de aplastar a inocentes y culpables en sus allanamientos nocturnos. Esos abusos oficiales son denunciados pero casi nadie le hace caso por tener su origen en un barrio popular. Sus dirigentes comunitarios casi nunca se atrevían a enfrentar a las acciones policiales cosa que ya ha comenzado a virarse para surgir una voz respondona de los comunitarios para que se le respeten sus derechos.
Es y a una tradición agresiva de los policías y militares, amparados bajo la insignia de la DNCD, ya que provienen de los demás institutos armados. Casi todos han sido transferidos para engrosar ese cuerpo de élite de caras ocultas en el organismo perseguidor del mercado de drogas. Se busca controlar su expendio así como su consumo pero conservan sus malas mañas de las otras instituciones, especialmente si provienen de la policía. De ahí vemos la facilidad de cómo le arrebatan la vida a los ciudadanos inocentes y pocas veces hasta los mismos culpables.
Por los nuevos aires de empoderamiento que se respiran en la comunidad parece que hay la voluntad de exigirles a las autoridades responsables, que permitan esos crímenes, para que se pague por sus acciones que antes nadie se lo exigía. Se iban quedando en el olvido.
Hay intenciones de sectores de la comunidad de origen de los dos piñeros asesinados exigir el castigo de los responsables, que amparados en sus uniformes y sus máscaras pudieran pensar que como siempre iban a quedar impunes. Fueron dos seres humanos que a esas horas de la madrugada se preparaban para ir a vender sus piñas en sus sitios acostumbrados en el mercado nuevo. Desafortunadamente se toparon con policías enardecidos y asustados con vocación alegre de disparar sin prever las consecuencias. Ellos se creyeron en peligro al verse amenazados por las botellas y piedras que les tiraban desde los techos y callejones de Capotillo. Y las consecuencias la sufrieron dos humildes comerciantes empeñados en ganarse su sustento con la venta de las sabrosas piñas de Cevicos.
Estamos acostumbrados a esas agresiones de las autoridades en contra de la ciudadanía indefensa de los barrios carenciados. Siempre esos abusos quedan impunes cuando los afectados y sus familiares tienen temor de reclamar sus derechos por ser pobres o hijos de Machepa como decía el fundador del partido que gobierna sin interrupciones desde el 2004. Parece que ya existe otro espíritu ciudadano de hacer respetar sus derechos constitucionales y lo que le pertenece para que los policías no sean tan gatillos alegres, lo que los impulsa a utilizar sus ar mas a la menor provocación. Hasta para la captura del cocodrilito de Sabana Perdida hubo una exhibición de armas de fuego que exageraba la nota como si se tratara de un peligroso fugitivo.
Durante la dictadura de Trujillo era una cosa normal ver la proliferación de las armas en incluso ya en democracia aun se daba esa exhibición que se aplacó con los gobiernos del PLD para presentar una represión maquillada que se desata en los operativos de prevención cuando los dueños del país amenazan tomar las calles interrumpiendo el libre tránsito. Tal cosa ocurrió al inicio de esta semana con el paro decretado en las provincias del Cibao en reclamo de la rebaja de los precios de los combustibles, principal fuente de ingresos rápidos del gobierno para tapar sus enormes déficits para cubrir sus elevadas nóminas y gastos en obras curiosamente iniciadas sin conocer debidamente el procedimiento de sorteo o concurso.
Me adhiero a los términos del editorial de El Nacional del pasado domingo 28 que con el caso de los piñeros se mantendrán vigilantes, y como dicen alegremente las autoridades en su estrategia de no hacer nada, que se estará vigilantes hasta las últimas consecuencias y caiga quien caiga. Y en una país organizado lo primero era la renuncia voluntaria o destitución de las cabezas de la DNCD, cosa que aquí nunca ocurre .Espontáneamente nadie deja esa fuente tan ubérrima.

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