Es entendible la preocupación de los empresarios con la deuda que crece sin parar, el presupuesto público está resentido con un gasto financiero que es superior todos los años, de US$10,025.8 millones en el 2005 pasó a US$63,148 millones en el 2012. ¿Cuál es la explicación? Los déficits del presupuesto, que acumulados sumaron RD$390,500 millones de 2005 a 2012, aumentaron la deuda pública de US$12,496 millones o 37% del PIB en 2005 a 47.2% del PIB en 2013, según estimado del FMI. Pero lamentablemente la realidad es peor, a septiembre la deuda rondaba US$35,186 millones, el 58.4% del PIB (US$60,631 millones) estimado por el Banco Central.
Porque supera el umbral de 50% del PIB, el precedente histórico más parecido es el proceso que se inicia en 1869, cuando Buenaventura Báez endeuda el país en $420 mil libras esterlinas con la Casa Harmont y Cia. Como cada año era mayor el faltante del presupuesto que debía cubrirse con préstamos, la deuda pública total se calculaba en $40 millones de dólares, 53% del PIB cuando el magnicidio de Ulises Heureaux en 1899.
Desde el inicio del siglo XX se hizo imposible el pago de los intereses de la deuda, y aunque no hemos llegado a ese límite lo más o menos similar, claro guardando la distancia, es la estructura de las economías, la actual se caracteriza porque lo informal representa más del 60% del PIB, con poca producción potencialmente generadora de divisas. Lo que sí es diferente y es importante, la trampa de la deuda que dejó Lilís condujo a la pérdida de la soberanía financiera en 1905, se formaliza con el Acuerdo Modus Vivendi que el gobierno dominicano tuvo que firmar con el norteamericano, ratificado en la Convención Dominicano-Americana de mayo de 1907. Mientras el gobierno pasado, con la firma de los acuerdos Stand By con el FMI de los años 2005 y 2009, la cede de manera voluntaria, porque su interés era el acceso a préstamos. El organismo internacional había modificado su política con motivo de la crisis mundial iniciada en el 2007, pasó de restricción absoluta a facilidades para que los países tomaran préstamos sin control. Como lo hizo Lilís, conscientemente el pasado gobierno se montó en el tren que tenía a la trampa de deuda como destino final.
¿Cómo superar la trampa? De tres maneras: renegociando la deuda, repudiándola o creciendo de verdad con empleos productivos. Como los primeros dos caminos están cerrados por ahora, la alternativa inmediata es la última. Danilo Medina y su gobierno han dado los primeros pasos, se salieron del vergonzoso tutelaje del FMI iniciando el proceso de reducción de la velocidad de endeudamiento, fijaron el déficit fiscal en 2.8% del PIB en el 2013, recordemos viene de 6.6% del PIB en el 2012. Resta un pacto fiscal con un horizonte de 10 años, con proyecciones de ingresos totales creíbles y reglas estructurales para el balance del presupuesto, todo sujeto a la evaluación de expertos independientes, incluyendo la política de gastos. Deben formar parte de los objetivos principales de la reforma fiscal integral, para que se asuma como un compromiso de todos.