La triste lucha de Nat detrás de tres pintas de sangre

La triste lucha de Nat detrás de tres pintas de sangre

MARIEN ARISTY CAPITÁN

El viacrucis de Nathalie Jerez comenzó hace dos años y medio. Con hipertensión y diabetes como legado genético, terminó atada a una máquina de diálisis tres veces a la semana: sus riñones no funcionaban.
Desde entonces su casa es Cedimat: ahí recibe diálisis, se ha internado, consultado y es cuidada por las enfermeras que no la dejan caer cuando pierde el ánimo a causa del desgastante proceso que vive para trasplantarse.
Las primeras pruebas para ponerse en lista de espera iniciaron en abril del 2017. Posteriormente, llegaron las consultas y pruebas en el Hospital de la Plaza de la Salud, donde no ha dejado la vida porque su tesón y terquedad no tienen límites.
Lo que padecen los pacientes de la Plaza de la Salud es inhumano: llegan a primerísima hora para tomar sus turnos, facturar y luego esperar cinco y seis horas para ser consultados por el médico. Además está el cansancio de las largas caminatas que a veces dan entre los edificios de la plaza.
El caso de Nat se complicó por dos tumores en los ovarios: uno es benigno pero el otro no se sabe. Por ello, debió ir a cirugía el lunes; la sangre lo impidió.
Nat es B-. Cuando llevó tres donantes descartaron a dos: debían pesar más de 160 libras (no lo dijeron antes) y cuatro días después, con dos pintas, le dijeron al tercer donante que los hematócritos debían estar sobre 42, lo que lo descartó.
Extenuante, buscar sangre somete a Nat a un estrés brutal: tiene que hacerlo ella. ¡El sistema de salud, injusto y cruel, la desampara! ¡Qué impotencia! ¿Cuántos, a diferencia de ella, morirán cada día por falta de sangre? Pensemos en ellos, en todos… mañana puedes ser tú.

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